domingo, 27 de marzo de 2016

Felices Pascuas de Resurrección.


Primer domingo de Pascua



Lectura de los Hechos de los Apóstoles. Hech 10, 34. 37-43
Pedro, tomando la palabra, dijo: Ustedes ya saben qué ha ocurrido en toda Judea, comenzando por Galilea, después del bautismo que predicaba Juan: cómo Dios ungió a Jesús de Nazaret con el Espíritu Santo, llenándolo de poder. Él pasó haciendo el bien y sanando a todos los que habían caído en poder del demonio, porque Dios estaba con él. Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en el país de los judíos y en Jerusalén. Y ellos lo mataron, suspendiéndolo de un patíbulo.
Pero Dios lo resucitó al tercer día y le concedió que se manifestara, no a todo el pueblo, sino a testigos elegidos de antemano por Dios: a nosotros, que comimos y bebimos con él, después de su resurrección.
Y nos envió a predicar al pueblo, y a atestiguar que él fue constituido por Dios Juez de vivos y muertos. Todos los profetas dan testimonio de él, declarando que los que creen en él reciben el perdón de los pecados, en virtud de su Nombre.
Palabra de Dios.

SALMO Sal 117, 1-2. 16-17. 22-23


R. Éste es el día que hizo el Señor: alegrémonos y regocijémonos en él.
O bien: Aleluya, aleluya, aleluya.
¡Den gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor! Que lo diga el pueblo de Israel: ¡es eterno su amor! R.
La mano del Señor es sublime, la mano del Señor hace proezas. No, no moriré: viviré para publicar lo que hizo el Señor. R.
La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. Esto ha sido hecho por el Señor y es admirable a nuestros ojos. R.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Colosas. Col 3, 1-4
Hermanos: Ya que ustedes han resucitado con Cristo, busquen los bienes del cielo donde Cristo está sentado a la derecha de Dios. Tengan el pensamiento puesto en las cosas celestiales y no en las de la tierra. Porque ustedes están muertos, y su vida está desde ahora oculta con Cristo en Dios. Cuando se manifieste Cristo, que es la vida de ustedes, entonces ustedes también aparecerán con él, llenos de gloria.

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan. Jn 20, 1-9
El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada. Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto”.
Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó antes. Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no entró. Después llegó Simón Pedro, que lo seguía, y entró en el sepulcro; vio las vendas en el suelo, y también el sudario que había cubierto su cabeza; este no estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte. Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él también vio y creyó. Todavía no habían comprendido que, según la Escritura, él debía resucitar de entre los muertos.

sábado, 26 de marzo de 2016

Homilía del Papa Francisco en la Vigilia Pascual 2016

Foto refencial -  Crédito: L'Osservatore Romano
- VATICANO, 26 Mar. 16 / 04:30 pm (ACI).- El Papa Francisco presidió hoy laVigilia Pascual a las 20: 30 hora local en la Basílica de San Pedro del Vaticano, donde pidió a los fieles no dejarse vencer por los miedos, la tristeza y la desesperanza, sino abrir “al Señor nuestros sepulcros sellados para que Jesús entre y lo llene de vida”.
“Al igual que Pedro y las mujeres, tampoco nosotros encontraremos la vida si permanecemos tristes y sin esperanza y encerrados en nosotros mismos”, dijo. “Abramos en cambio al Señor nuestros sepulcros sellados, para que Jesús entre y lo llene de vida; llevémosle las piedras del rencor y las losas del pasado, las rocas pesadas de las debilidades y de las caídas. Él desea venir y tomarnos de la mano, para sacarnos de la angustia. Pero la primera piedra que debemos remover esta noche es ésta: la falta de esperanza que nos encierra en nosotros mismos”, explicó el Pontífice.
A continuación, el texto completo de la Homilía del Papa Francisco:
«Pedro fue corriendo al sepulcro» (Lc 24,12). ¿Qué pensamientos bullían en la mente y en el corazón de Pedro mientras corría? El Evangelio nos dice que los Once, y Pedro entre ellos, no creyeron el testimonio de las mujeres, su anuncio pascual. Es más, «lo tomaron por un delirio» (v.11). En el corazón de Pedro había por tanto duda, junto a muchos sentimientos negativos: la tristeza por la muerte del Maestro amado y la desilusión por haberlo negado tres veces durante la Pasión. Hay en cambio un detalle que marca un cambio: Pedro, después de haber escuchado a las mujeres y de no haberlas creído, «sin embargo, se levantó» (v.12). No se quedó sentado a pensar, no se encerró en casa como los demás. No se dejó atrapar por la densa atmósfera de aquellos días, ni dominar por sus dudas; no se dejó hundir por los remordimientos, el miedo y las continuas habladurías que no llevan a nada. Buscó a Jesús, no a sí mismo. Prefirió la vía del encuentro y de la confianza y, tal como estaba, se levantó y corrió hacia el sepulcro, de dónde regresó «admirándose de lo sucedido» (v.12). Este fue el comienzo de la «resurrección» de Pedro, la resurrección de su corazón. Sin ceder a la tristeza o a la oscuridad, se abrió a la voz de la esperanza: dejó que la luz de Dios entrara en su corazón sin apagarla. También las mujeres, que habían salido muy temprano por la mañana para realizar una obra de misericordia, para llevar los aromas a la tumba, tuvieron la misma experiencia. Estaban «despavoridas y mirando al suelo», pero se impresionaron cuando oyeron las palabras del ángel: «¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?» (v.5). Al igual que Pedro y las mujeres, tampoco nosotros encontraremos la vida si permanecemos tristes y sin esperanza y encerrados en nosotros mismos. Abramos en cambio al Señor nuestros sepulcros sellados, para que Jesús entre y lo llene de vida; llevémosle las piedras del rencor y las losas del pasado, las rocas pesadas de las debilidades y de las caídas. Él desea venir y tomarnos de la mano, para sacarnos de la angustia. Pero la primera piedra que debemos remover esta noche es ésta: la falta de esperanza que nos encierra en nosotros mismos. Que el Señor nos libre de esta terrible trampa de ser cristianos sin esperanza, que viven como si el Señor no hubiera resucitado y nuestros problemas fueran el centro de la vida. Continuamente vemos, y veremos, problemas cerca de nosotros y dentro de nosotros. Siempre los habrá, pero en esta noche hay que iluminar esos problemas con la luz del Resucitado, en cierto modo hay que «evangelizarlos». No permitamos que la oscuridad y los miedos atraigan la mirada del alma y se apoderen del corazón, sino escuchemos las palabras del Ángel: el Señor «no está aquí. Ha resucitado» (v.6); Él es nuestra mayor alegría, siempre está a nuestro lado y nunca nos defraudará. Este es el fundamento de la esperanza, que no es simple optimismo, y ni siquiera una actitud psicológica o una hermosa invitación a tener ánimo. La esperanza cristiana es un don que Dios nos da si salimos de nosotros mismos y nos abrimos a él. Esta esperanza no defrauda porque el Espíritu Santo ha sido infundido en nuestros corazones (cf. Rm 5,5). El Paráclito no hace que todo parezca bonito, no elimina el mal con una varita mágica, sino que infunde la auténtica fuerza de la vida, que no consiste en la ausencia de problemas, sino en la seguridad de que Cristo, que por nosotros ha vencido el pecado, la muerte y el temor, siempre nos ama y nos perdona. Hoy es la fiesta de nuestra esperanza, la celebración de esta certeza: nada ni nadie nos podrá apartar nunca de su amor (cf. Rm 8,39). El Señor está vivo y quiere que lo busquemos entre los vivos. Después de haberlo encontrado, invita a cada uno a llevar el anuncio de Pascua, a suscitar y resucitar la esperanza en los corazones abrumados por la tristeza, en quienes no consiguen encontrar la luz de la vida. Hay tanta necesidad de ella hoy. Olvidándonos de nosotros mismos, como siervos alegres de la esperanza, estamos llamados a anunciar al Resucitado con la vida y mediante el amor; si no es así seremos un organismo internacional con un gran número de seguidores y buenas normas, pero incapaz de apagar la sed de esperanza que tiene el mundo. ¿Cómo podemos alimentar nuestra esperanza? La liturgia de esta noche nos propone un buen consejo. Nos enseña a hacer memoria de las obras de Dios. Las lecturas, en efecto, nos han narrado su fidelidad, la historia de su amor por nosotros. La Palabra viva de Dios es capaz de implicarnos en esta historia de amor, alimentando la esperanza y reavivando la alegría. Nos lo recuerda también el Evangelio que hemos escuchado: los ángeles, para infundir la esperanza en las mujeres, dicen: «Recordad cómo [Jesús] os habló» (v.6). No olvidemos su Palabra y sus acciones, de lo contrario perderemos la esperanza; hagamos en cambio memoria del Señor, de su bondad y de sus palabras de vida que nos han conmovido; recordémoslas y hagámoslas nuestras, para ser centinelas del alba que saben descubrir los signos del Resucitado. Queridos hermanos y hermanas, ¡Cristo ha resucitado! Abrámonos a la esperanza y pongámonos en camino; que el recuerdo de sus obras y de sus palabras sea la luz resplandeciente que oriente nuestros pasos confiadamente hacia la Pascua que no conocerá ocaso.

miércoles, 23 de marzo de 2016

Mons. Romero, 24 de marzo 1980-2016

El ángel del Señor anunció en la víspera... 
 
El corazón de El Salvador marcaba
24 de marzo y de agonía.
Tú ofrecías el Pan,
el Cuerpo Vivo
-el triturado cuerpo de tu Pueblo;
Su derramada Sangre victoriosa
-¡la sangre campesina de tu Pueblo en masacre
que ha de teñir en vinos de alegría la aurora conjurada!
 
El ángel del Señor anunció en la víspera,
y el Verbo se hizo muerte, otra vez, en tu muerte;
como se hace muerte, cada día, en la carne desnuda de tu Pueblo.
 
¡Y se hizo vida nueva
en nuestra vieja Iglesia!
 
Estamos otra vez en pie de testimonio,
¡San Romero de América, pastor y mártir nuestro!
Romero de la paz casi imposible en esta tierra en guerra.
Romero en flor morada de la esperanza incólume de todo el Continente.
Romero de la Pascua latinoamericana.
Pobre pastor glorioso, asesinado a sueldo, a dólar, a divisa.
 
Como Jesús, por orden del Imperio.
¡Pobre pastor glorioso,
abandonado
por tus propios hermanos de báculo y de Mesa...!
(Las curias no podían entenderte:
ninguna sinagoga bien montada puede entender a Cristo).
 
Tu pobrería sí te acompañaba,
en desespero fiel,
pasto y rebaño, a un tiempo, de tu misión profética.
El Pueblo te hizo santo.
La hora de tu Pueblo te consagró en el kairós.
Los pobres te enseñaron a leer el Evangelio.
 
Como un hermano herido por tanta muerte hermana,
tú sabías llorar, solo, en el Huerto.
Sabías tener miedo, como un hombre en combate.
¡Pero sabías dar a tu palabra, libre, su timbre de campana!
 
Y supiste beber el doble cáliz del Altar y del Pueblo,
con una sola mano consagrada al servicio.
América Latina ya te ha puesto en su gloria de Bernini
en la espuma-aureola de sus mares,
en el retablo antiguo de los Andes alertos,
en el dosel airado de todas sus florestas,
en la canción de todos sus caminos,
en el calvario nuevo de todas sus prisiones,
de todas sus trincheras,
de todos sus altares...
¡En el ara segura del corazón insomne de sus hijos!
 
San Romero de América, pastor y mártir nuestro:
¡nadie hará callar tu última homilía!
 
Pedro Casaldáliga










sábado, 19 de marzo de 2016

Domingo de Ramos


Isaías 50, 4-7
No me tapé el rostro ante los ultrajes, sabiendo que no quedaría defraudado
Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado, para saber decir al abatido una palabra de aliento.
Cada mañana me espabila el oído, para que escuche como los iniciados.
El Señor me abrió el oído. Y yo no resistí ni me eché atrás: ofrecí la espalda a los que me apaleaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no me tapé el rostro ante ultrajes ni salivazos.
El Señor me ayuda, por eso no sentía los ultrajes; por eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado.
Salmo responsorial: 21
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Al verme, se burlan de mí, hacen visajes, menean la cabeza: "Acudió al Señor, que lo ponga a salvo; que lo libre, si tanto lo quiere." R.
Me acorrala una jauría de mastines,
me cerca una banda de malhechores;
me taladran las manos y los pies,
puedo contar mis huesos. R.
Se reparten mi ropa,
echan a suertes mi túnica.
Pero tú, Señor, no te quedes lejos;
fuerza mía, ven corriendo a ayudarme. R.
Contaré tu fama a mis hermanos,
en medio de la asamblea te alabaré.
Fieles del Señor, alabadlo;
linaje de Jacob, glorificadlo;
temedlo, linaje de Israel. R.
Filipenses 2, 6-11
Se rebajó, por eso Dios lo levantó sobre todo
Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios;
al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos.
Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el "Nombre-sobre-todo-nombre";
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo,
y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
Lucas 22, 14-23. 56
He deseado enormemente comer esta comida pascual con vosotros, antes de padecer
C. Llegada la hora, se sentó Jesús con sus discípulos y les dijo:
+ - «He deseado enormemente comer esta comida pascual con vosotros, antes de padecer, porque os digo que ya no la volveré a comer, hasta que se cumpla en el reino de Dios.»
C. Y, tomando una copa, pronunció la acción de gracias y dijo:
+ - «Tomad esto, repartidlo entre vosotros; porque os digo que no beberé desde ahora del fruto de la vid, hasta que venga el reino de Dios.»
Haced esto en memoria mía
C. Y, tomando pan, pronunció la acción de gracias, lo partió y se lo dio, diciendo:
+ - «Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros; haced esto en memoria mía.»
C. Después de cenar, hizo lo mismo con la copa, diciendo:
+ - «Esta copa es la nueva alianza, sellada con mi sangre, que se derrama por vosotros.»
¡Ay de ése que entrega al Hijo del hombre!
«Pero mirad: la mano del que me entrega está con la mía en la mesa. Porque el Hijo del hombre se va, según lo establecido; pero, ¡ay de ése que lo entrega!»
C. Ellos empezaron a preguntarse unos a otros quién de ellos podía ser el que iba a hacer eso.
Yo estoy en medio de vosotros como el que sirve
C. Los discípulos se pusieron a disputar sobre quién de ellos debía ser tenido como el primero. Jesús les dijo:
+ - «Los reyes de las naciones las dominan, y los que ejercen la autoridad se hacen llamar bienhechores. Vosotros no hagáis así, sino que el primero entre vosotros pórtese como el menor, y el que gobierne, como el que sirve.
Porque, ¿quién es más, el que está en la mesa o el que sirve? ¿Verdad que el que está en la mesa? Pues yo estoy en medio de vosotros como el que sirve.
Vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en mis pruebas, y yo os transmito el reino como me lo transmitió mi Padre a mí: comeréis y beberéis a mi mesa en mi reino, y os sentaréis en tronos para regir a las doce tribus de Israel.»
Tú, cuando te recobres, da firmeza a tus hermanos
C. Y añadió:
+ - «Simón, Simón, mira que Satanás os ha reclamado para cribaros como trigo. Pero yo he pedido por ti, para que tu fe no se apague. Y tú, cuando te recobres, da firmeza a tus hermanos.»
C. Él le contesto:
S. -«Señor, contigo estoy dispuesto a ir incluso a la cárcel y a la muerte.»
C. Jesús le replicó:
+ - «Te digo, Pedro, que no cantará hoy el gallo antes que tres veces hayas negado conocerme.»
Tiene que cumplirse en mí lo que está escrito
C. Y dijo a todos:
+ - «Cuando os envié sin bolsa, ni alforja, ni sandalias, ¿os faltó algo?»
C. Contestaron:
S. - «Nada.»
C. Él añadió:
+ - «Pero ahora, el que tenga bolsa que la coja, y lo mismo la alforja; y el que no tiene espada, que venda su manto y compre una. Porque os aseguro que tiene que cumplirse en mí lo que está escrito: Fue contado con los malhechores." Lo que se refiere a mí toca a su fin.»
C. Ellos dijeron:
S. - «Señor, aquí hay dos espadas.»
C. Él les contesto:
+ - «Basta.»
En medio de su angustia, oraba con más insistencia
C. Y salió Jesús, como de costumbre, al monte de los Olivos, y lo siguieron los discípulos. Al llegar al sitio, les dijo:
+ - «Orad, para no caer en la tentación.»
C . Él se arrancó de ellos, alejándose como a un tiro de piedra y, arrodillado, oraba, diciendo:
+ - «Padre, si quieres, aparta de mí ese cáliz; pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya.»
C - Y se le apareció un ángel del cielo, que lo animaba. En medio de su angustia, oraba con más insistencia. Y le bajaba hasta el suelo un sudor como de gotas de sangre. Y, levantándose de la oración, fue hacia sus discípulos, los encontró dormidos por la pena, y les dijo:
+ - «¿Por qué dormís? Levantaos y orad, para no caer en la tentación.»
Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del hombre?
C. Todavía estaba hablando, cuando aparece gente; y los guiaba el llamado Judas, uno de los Doce. Y se acercó a besar a Jesús.
Jesús le dijo:
+ - «Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del hombre?»
C. Al darse cuenta los que estaban con él de lo que iba a pasar, dijeron:
S. - «Señor, ¿herimos con la espada?»
C. Y uno de ellos hirió al criado del sumo sacerdote y le cortó la oreja derecha.
Jesús intervino, diciendo:
+ - «Dejadlo, basta.»
C. Y, tocándole la oreja, lo curó. Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los oficiales del templo, y a los ancianos que habían venido contra él:
+ - «¿Habéis salido con espadas y palos, como a caza de un bandido? A diario estaba en el templo con vosotros, y no me echasteis mano. Pero ésta es vuestra hora: la del poder de las tinieblas.»
Pedro, saliendo afuera, lloró amargamente
C. Ellos lo prendieron, se lo llevaron y lo hicieron entrar en casa del sumo sacerdote. Pedro lo seguía desde lejos. Ellos encendieron fuego en medio del patio, se sentaron alrededor, y Pedro se sentó entre ellos.
Al verlo una criada sentado junto a la lumbre, se lo quedó mirando y dijo:
S. - «También éste estaba con él.»
C. Pero él lo negó, diciendo:
S. - «No lo conozco, mujer.»
C. Poco después lo vio otro y le dijo:
S. - «Tú también eres uno de ellos.»
C. Pedro replicó:
S. - «Hombre, no lo soy.»
C. Pasada cosa de una hora, otro insistía:
S. - «Sin duda, también éste estaba con él, porque es galileo.»
C. Pedro contestó:
S. - «Hombre, no sé de qué me hablas.»
C. Y, estaba todavía hablando, cuando cantó un gallo. El Señor, volviéndose, le echó una mirada a Pedro, y Pedro se acordó de la palabra que el Señor le había dicho: «Antes de que cante hoy el gallo, me negarás tres veces.» Y, saliendo afuera, lloró amargamente.
Haz de profeta; ¿quién te ha pegado?
C. Y los hombres que sujetaban a Jesús se burlaban de él, dándole golpes.
Y, tapándole la cara, le preguntaban:
S. - «Haz de profeta; ¿quién te ha pegado?»
C. Y proferían contra él otros muchos insultos.
Lo hicieron comparecer ante su Sanedrín
C. Cuando se hizo de día, se reunió el senado del pueblo, o sea, sumos sacerdotes y escribas, y, haciéndole comparecer ante su Sanedrín, le dijeron:
S. - «Si tú eres el Mesías, dínoslo.»
C. Él les contesto:
+ - «Si os lo digo, no lo vais a creer; y si os pregunto, no me vais a responder.
Desde ahora, el Hijo del hombre estará sentado a la derecha de Dios todopoderoso.»
C. Dijeron todos:
S. - «Entonces, ¿tú eres el Hijo de Dios?»
C. Él les contestó:
+ - «Vosotros lo decís, yo lo soy.»
C. Ellos dijeron:
S. - «¿Qué necesidad tenemos ya de testimonios? Nosotros mismos lo hemos oído de su boca.»
C. Se levantó toda la asamblea, y llevaron a Jesús a presencia de Pilato.
No encuentro ninguna culpa en este hombre
C. Y se pusieron a acusarlo, diciendo:
S. - «Hemos comprobado que éste anda amotinando a nuestra nación, y oponiéndose a que se paguen tributos al César, y diciendo que él es el Mesías rey.»
C. Pilato preguntó a Jesús:
S. - «¿Eres tú el rey de los judíos?»
C. Él le contestó:
+, - «Tú lo dices.»
C. Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a la gente:
S. - «No encuentro ninguna culpa en este hombre.»
C. Ellos insistían con más fuerza, diciendo:
S. - «Solivianta al pueblo enseñando por toda Judea, desde Galilea hasta aquí.»
C. Pilato, al oírlo, preguntó si era galileo; y, al enterarse que era de la jurisdicción de Herodes, se lo remitió. Herodes estaba precisamente en Jerusalén por aquellos días.
Herodes, con su escolta, lo trató con desprecio
C. Herodes, al ver a Jesús, se puso muy contento; pues hacía bastante tiempo que quería verlo, porque oía hablar de él y esperaba verle hacer algún milagro. Le hizo un interrogatorio bastante largo; pero él no le contestó ni palabra.
Estaban allí los sumos sacerdotes y los escribas acusándolo con ahínco. Herodes, con su escolta, lo trató con desprecio y se burló de él; y, poniéndole una vestidura blanca, se lo remitió a Pilato. Aquel mismo día se hicieron amigos Herodes y Pilato, porque antes se llevaban muy mal.
Pilato entregó a Jesús a su arbitrio
C. Pilato, convocando a los sumos sacerdotes, a las autoridades y al pueblo, les dijo:
S. - «Me habéis traído a este hombre, alegando que alborota al pueblo; y resulta que yo lo he interrogado delante de vosotros, y no he encontrado en este hombre ninguna de las culpas que le imputáis; ni Herodes tampoco, porque nos lo ha remitido: ya veis que nada digno de muerte se le ha probado. Así que le daré un escarmiento y lo soltaré.»
C. Por la fiesta tenía que soltarles a uno. Ellos vociferaron en masa, diciendo:
S. - «¡Fuera ése! Suéltanos a Barrabás.»
C. A éste lo habían metido en la cárcel por una revuelta acaecida en la ciudad y un homicidio.
Pilato volvió a dirigirles la palabra con intención de soltar a Jesús. Pero ellos seguían gritando:
S. - «¡Crucifícalo, crucifícalo!»
C. Él les dijo por tercera vez:
S. - «Pues, ¿qué mal ha hecho éste? No he encontrado en él ningún delito que merezca la muerte. Así es que le daré un escarmiento y lo soltaré.»
C. Ellos se le echaban encima, pidiendo a gritos que lo crucificara; e iba creciendo el griterío.
Pilato decidió que se cumpliera su petición: soltó al que le pedían (al que había metido en la cárcel por revuelta y homicidio), y a Jesús se lo entregó a su arbitrio.
Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí
C. Mientras lo conducían, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que volvía del campo, y le cargaron la cruz, para que la llevase detrás de Jesús.
Lo seguía un gran gentío del pueblo, y de mujeres que se daban golpes y lanzaban lamentos por él.
Jesús se volvió hacia ellas y les dijo:
+ - «Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos, porque mirad que llegará el día en que dirán: "Dichosas las estériles y los vientres que no han dado a luz y los pechos que no han criado." Entonces empezarán a decirles a los montes: "Desplomaos sobre nosotros", y a las colinas: "Sepultadnos"; porque, si así tratan al leño verde, ¿qué pasara con el seco?»
C. Conducían también a otros dos malhechores para ajusticiarlos con él.
Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen
C. Y, cuando llegaron al lugar llamado «La Calavera», lo crucificaron allí, a él y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda.
Jesús decía:
+ - «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.»
C. Y se repartieron sus ropas, echándolas a suerte.
Éste es el rey de los judíos
C. El pueblo estaba mirando.
Las autoridades le hacían muecas, diciendo:
S - «A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido.»
C. Se burlaban de él también los soldados, ofreciéndole vinagre y diciendo:
S. - «Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo.»
C. Había encima un letrero en escritura griega, latina y hebrea: «Éste es el rey de los judíos.»
Hoy estarás conmigo en el paraíso
C. Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo:
S. - «¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros.»
C. Pero el otro le increpaba:
S. - «¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio? Y lo nuestro es justo, porque recibimos el pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha faltado en nada.»
C Y decía:
S. - «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino.»
C. Jesús le respondió:
+ - «Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso.»
Padre,a tus manos encomiendo mi espíritu
C. Era ya eso de mediodía, y vinieron las tinieblas sobre toda la región, hasta la media tarde; porque se oscureció el sol. El velo del templo se rasgó por medio. Y Jesús, clamando con voz potente, dijo:
+ - «Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu.»
C. Y, dicho esto, expiró.
Todos se arrodillan, y se hace una pausa
C. El centurión, al ver lo que pasaba, daba gloria a Dios, diciendo:
S. - «Realmente, este hombre era justo.»
C. Toda la muchedumbre que había acudido a este espectáculo, habiendo visto lo que ocurría, se volvía dándose golpes de pecho.
Todos sus conocidos se mantenían a distancia, y lo mismo las mujeres que lo habían seguido desde Galilea y que estaban mirando.
José colocó el cuerpo de Jesús en un sepulcro excavado
C. Un hombre llamado José, que era senador, hombre bueno y honrado (que no había votado a favor de la decisión y del crimen de ellos), que era natural de Arimatea, pueblo de Judea, y que aguardaba el reino de Dios, acudió a Pilato a pedirle el cuerpo de Jesús. Y, bajándolo, lo envolvió en una sábana y lo colocó en un sepulcro excavado en la roca,
donde no habían puesto a nadie todavía.
Era el día de la Preparación y rayaba el sábado. Las mujeres que lo habían acompañado desde Galilea fueron detrás a examinar el sepulcro y cómo colocaban su cuerpo. A la vuelta, prepararon aromas y ungüentos. Y el sábado guardaron reposo, conforme al mandamiento.

viernes, 18 de marzo de 2016

Conmemoración de la masacre del Río Lempa: Nuevos documentos desclasificados del gobierno de EE.UU.


Lempa
Documentos recientemente desclasificados entregados al Centro de Derechos Humanos de la Universidad de Washington por el Departamento de Estado de los EE.UU. están siendo publicados para conmemorar el 35 aniversario de la masacre del Río Lempa del 17 y 18 de marzo de 1981.
Lempa2
Hoy es el 35 aniversario de la masacre del río Lempa, una de las incontables matanzas del conflicto armado de El Salvador que no han sido bien investigadas. En conmemoración de las víctimas, en solidaridad con los sobrevivientes, y con el propósito de contribuir a la consolidación de la memoria histórica de los crímenes contra la humanidad perpetrados durante el conflicto armado salvadoreño, el Centro de Derechos Humanos de la Universidad de Washington publica hoy cinco documentos del gobierno de los EE.UU. recientemente desclasificados que dan información sobre esta masacre. Los documentos revelan que:
  • Los oficiales estadounidenses estaban enterados de la matanza de civiles en el río Lempa ejecutada por las fuerzas del estado; no estuvieron en desacuerdo con los hechos reportados por periodistas y grupos de derechos humanos, ni disputaron la responsabilidad de las fuerzas salvadoreñas por estas muertes. Sin embargo, sí objetaron al uso del término “masacre” para describirlas.
  • Los oficiales estadounidenses y salvadoreños estaban más preocupados con la forma en que los simpatizantes de la guerrilla manipulaban estas versiones con fines políticos que con evitar que los hechos se repitieran.
Estos hallazgos no contradicen lo que ya se sabe sobre las reacciones de oficiales estadounidenses a otras atrocidades del conflicto salvadoreño. De hecho, coinciden con las conclusiones del reportaje de Mark Danner sobre el encubrimiento de la masacre de El Mozote, en el que oficiales estadounidenses fingieron hacer una investigación e intentaron activamente negar la existencia de lo que hoy se considera la masacre más mortífera de la historia de las Américas. Es interesante que los documentos tienen un tono ligeramente distinto al de otros recientemente publicados sobre la masacre de La Quesera ocurrida en octubre de 1981; en este caso los oficiales estadounidenses consideraron (a puertas cerradas) que las atrocidades eran creíbles, si bien siguieron proporcionando públicamente asistencia al régimen salvadoreño. En su conjunto, los documentos revelan una preocupante autocomplacencia frente a la evidencia de matanzas de civiles, intencionales y de gran escala, por parte de agentes de contrainsurgencia.
Estos documentos fueron facilitados a UWCHR en respuesta a solicitudes presentadas bajo leyes federales de los EE.UU. Además de los documentos mismos, nuestro análisis se basa en documentos relativos a la masacre. Esta evidencia incluye un testimonio filmado por periodistas en las semanas siguientes a los hechos, testimonios escritos por los sobrevivientes, y entrevistas en persona con sobrevivientes y testigos en Santa Marta y los Estados Unidos, así como informes provistos por periodistas y trabajadores de derechos humanos durante la guerra.

El Contexto

Aviones
La matanza de marzo de 1981 en el Río Lempa tuvo lugar durante un período de creciente violencia en zonas rurales de El Salvador; para los sobrevivientes, constituye un momento decisivo de la guerra. El 10 de enero los guerrilleros del FMLN iniciaron su “ofensiva final”, lo que desató el combate activo en varias zonas del país. En 1980 había habido brutal represión de los movimientos de protesta urbanos y rurales; si bien ya había violencia selectiva, pero continuada, contra simpatizante de la guerrilla, las matanzas a gran escala eran todavía poco comunes. De hecho, antes de la matanza en el Río Lempa en marzo de 1981, la masacre de mayo de 1980 de unas 600 personas en el Río Sumpul era el único ejemplo conocido de estas tácticas.
Según notas periodísticas en los medios de El Salvador que citan fuentes oficiales[1], a partir del 7 de marzo de 1981 los militares salvadoreños lanzaron una serie de operativos en todo el territorio nacional mediante el empleo de helicópteros Huey recién llegados desde los Estados Unidos. Se informó que se usaron bombardeos, ataques de mortero y de howitzer para castigar zonas de apoyo de los insurgentes en Suchitoto, Arcatao, San Miguel, Las Vueltas, Conchagua y otras áreas. Se informó de un tiroteo en el municipio de Villa Victoria, Cabañas, que comenzó en la madrugada del 15 de marzo y en el que participaron el Segundo Destacamento Militar de Sensuntepeque, así como refuerzos provenientes de otros destacamentos y de la Fuerza Aérea[2].
Lempa
Para ese momento del conflicto, los miembros de la comunidad ya conocían bien el patrón de acoso, especialmente a catequistas, activistas comunitarios y otras personas que apoyaban activamente a la incipiente guerrilla. Como explica una sobreviviente, María Isidora Leiva, en el testimonio jurado presentado ante la Fiscalía General de la República en 2013: “Para el tiempo del conflicto armado tuvimos que salir huyendo por el acoso de los militares del destacamento militar número dos de Sensuntepeque, que realizaban operativos en la zona que se fueron intensificando en 1980. …atacando los caseríos cercanos que eran poblados por personas de escasos recursos como nosotros, quemando casas, asesinando a las personas, robando lo que podían llevarse consigo, persiguiendo a quienes huíamos de esa barbarie, que era una forma de represión para todas las personas que comenzaban a organizarse para reclamar por las justicias sociales que se estaban cometiendo en el país en ese momento.” Los residentes aprendieron a huir de las tropas en “guindas”; escapaban a pie y se refugiaban en el monte —a menudo por días o semanas— hasta que hubiera pasado el peligro. Al principio sólo los hombres tenían que huir, porque a diferencia de las mujeres, ellos eran sospechosos de ayudar a la guerrilla. Sin embargo, a medida que el conflicto se profundizaba, la mujeres también fueron afectadas[3]. La invasión de marzo de 1981 marcó un capítulo aún más peligroso, ya que eran tantos los soldados que llegaron, que ya no bastaba refugiarse en las colinas.
Consecuentemente, el 17 de marzo, después de dos días de ataques aéreos y terrestres, muchos de los campesinos que huían se reunieron cerca de la aldea de Peñas Blancas, en el Municipio de Victoria, Cabañas, donde los guerrilleros se ofrecieron a acompañarlos a la frontera con Honduras. El primer grupo llegó al Río Lempa —que separa las dos naciones— cerca de un sitio conocido como Piedras Coloradas, en la madrugada del 18 de marzo. Pero el río, con una profundidad de 8 a 15 metros, y de 10 metros de ancho, presentaba una dificultad hasta para los que sabían nadar bien. Para muchos de los que llegaron a sus orillas, exhaustos por días de correr, parecía imposible de cruzar. Las fotografías que los representantes de la guerrilla les dieron a los periodistas muestran miles de personas congregadas en la orilla. Estas fotos fueron reproducidos en el documental “In the Name of the People” (“En nombre del pueblo”), nominado para un premio Oscar en 1985. Un fotoreportaje sobre el masacre también fue publicado el 17 de abril de 1981 en el periódico francés Paris Match.
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Personas se congregan a orillas del Río Lempa. Foto del documental “In the Name of the People” (1985).
A lo largo del día llegaron tropas a la escena —a ambos lados de la frontera entre El Salvador y Honduras— y dispararon a los campesinos que intentaban cruzar. Se informó que un helicóptero y dos aviones sobrevolaron y abrieron fuego repetidamente hacia el río. En el caos, muchísimas personas fueron arrastradas por la fuerte corriente río abajo; algunos murieron por heridas de bala, y otros ahogados.
Aviones
Aviones sobrevuelan el Río Lemap. Foto del documental “In the Name of the People” (1985).
Dice María Isidora Leiva: “Recuerdo que era un 18 de marzo; nos concentramos en Peñas Blancas, población civil de todos los cantones y caseríos de Cabañas para huir hacia Honduras. Éramos unas 6000 personas. Mi mamá se encontraba bastante mal y necesitaba de mí. La orientación que nos daban era que teníamos que ayudar a los ancianos/as, niños/as, mujeres embarazadas y a los heridos/as que ya eran varios porque el ejército venía detrás de nosotros y la orden que traían era aniquilarnos a todos o llevarnos hasta el Río Lempa para que ahí muriéramos ahogados. Los helicópteros también andaban ametrallando la zona. El ejército ya estaba cerca y los balazos zumbaban. Nos orillaron al Lempa y nos lanzamos al río obligados, pudiendo nadar o no. Los que sí nadaban buscaron palos, varas de bambú para pasar la gente y también pusieron un lazo de un lado a otro para ayudarnos, pero muchos se cansaban a medio camino y se ahogaban. Yo podía nadar un poquito, [pero] justo cuando llegué al otro lado estalló una granada. Yo pensé que ese era el último día de mi vida. Murieron muchos ese día, no sé cuántos, pero fueron cientos de compañeros/as, niños/as y ancianos/as.” [4]
Como informó el New York Times en junio de 1981: “La matanza del Río Lempa el 17 de marzo, a cuatro millas de aquí, ocurrió a la vista de médicos, sacerdotes, trabajadores de asistencia y refugiados sobrevivientes que ahora están alojados en tres campamentos en esta aldea llena de lodo. Las víctimas de los ataques fueron principalmente mujeres, niños y ancianos que cruzaban el río. El piloto del helicóptero salvadoreño no podía pensar que eran guerrilleros, ya que volaba tan bajo que los testigos dicen que podían verle la cara.” [5] El periódico calculó que hubo unos 200 muertos, un número repetido más adelante por otras fuentes; es imposible llegar a una cifra más exacta porque el río se llevó los cadáveres.
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Personas intentan cruzar el Río Lempa. Foto del documental “In the Name of the People” (1985).
En una entrevista con UWCHR en 2014, Yvonne Dilling, una enfermera estadounidense que trabajaba en ese momento con refugiados salvadoreños en Honduras, confirmó que había visto el cruce del 18 de marzo porque había ido al río con los religiosos de los campamentos humanitarios para ayudar a la gente a cruzar; ella cargó a sus espaldas a numerosos niños. Dilling describe la escena en su libro titulado In Search of Refuge (En busca de refugio): “El helicóptero bajó en picada una y otra vez. Esta vez mucha gente se había quedado en el río. En vez de correr por la orilla, saltaron al agua y se aferraron a una roca de lava. Cada vez que el helicóptero descendía, ellos se sumergían en el agua. El soldado del helicóptero estaba increíblemente concentrado en matar gente. Una y otra vez hizo fuego con la ametralladora a apenas unos centímetros de la gente en el agua. Una vez bajó tanto que casi toca los árboles sobre nosotros. Un niño murió. Lo vi saltar al agua con un arco de heridas de bala en la espalda. Movía los brazos tratando de nadar, mientras la sangre le chorreaba por la espalda. Luego el agua se lo llevó río abajo.” [6]
El periodista estadounidense Alex Dressler llegó a la escena al día siguiente con el Padre Fausto Milla, un sacerdote hondureño. En una entrevista con UWCHR en 2013, describió el olor de los cadáveres en putrefacción, un perro que comía el cadáver de una niñita, y el descubrimiento de un niño con lesiones que le impedían moverse. “La gente dijo que hubo por lo menos 200 muertos. Yo documenté sólo 50 muertes que pude corroborar con varias fuentes, así que estoy seguro de que mataron a por lo menos ese número, y probablemente a muchos más. La mayoría de la gente estaba segura de que el total era superior a 200. Era toda gente que venía de Cabañas, Santa Marta y aldeas de por ahí. Los militares atacaban con la táctica de yunque y martillo las aldeas controladas por la guerrilla. …Era obvio que la gente apoyaba a la guerrilla por cómo hablaban de ellos. … La gente del área de Santa Marta los llamaba compañeros y hablaban de ellos como protegiéndolos. Los campesinos con quienes hablé no estaban armados en absoluto, no eran combatientes. En áreas controladas por la guerrilla, el acceso a armas está muy restringido y no es común que los civiles tengan armas de ningún tipo. Estoy seguro de que todas esas personas eran civiles no armados. Eran de todas las edades, y había muchas mujeres y niños.” [7]
Lee una declaración escrita por Alex Dressler en 2016 sobre la experiencia de documentar el lugar de la masacre del Río Lempa, y ver el documental In the Name of the People (En nombre del pueblo), dirigido por Frank Cristopher y producido por Dressler.
Dressler fue el primero en reportar la matanza; lo hizo en un artículo del San Diego Union Tribune. Pero el New York Times [8], el Los Angeles Times[9], y el San Francisco Chronicle[10] también cubrieron la matanza, citando entrevistas con sobrevivientes salvadoreños y trabajadores de asistencia internacional que fueron testigos de los ataques. El LA Times también citó al director de la oficina hondureña de ACNUR, Charles-Henry Bazoche, quien confirmó que “un helicóptero salvadoreño ametralló a los refugiados mientras intentaban entrar al país” [11]. Organizaciones de derechos humanos, desde Amnistía Internacional [12] hasta el Grupo de Trabajo para Asuntos Latinoamericanos (LAWG, por sus siglas en inglés), también reportaron la matanza. En un boletín de junio LAWG reportó que “el 15 de marzo los militares salvadoreños, con una fuerza de 1500 soldados y miembros de ORDEN, rodearon nueve aldeas controladas por insurgentes en la provincia de Cabañas. Cuando comenzó el ataque había aproximadamente 10 000 civiles. Después de tres días de enfrentamientos, las unidades guerrilleras lograron romper el cerco del gobierno. Antes de replegarse, los insurgentes organizaron la evacuación de unos 7000 a 8000 mujeres, niños y ancianos. Cuando estos refugiados intentaron cruzar el Río Lempa hacia Honduras, dos aviones caza salvadoreños y un helicóptero provisto por los EE.UU. los bombardearon mientras las tropas de tierra hondureñas y salvadoreñas disparaban desde ambos lados del río. Por lo menos 50 personas se ahogaron o fueron muertas por impactos directos antes de lograr ponerse a salvo.”[13] En 1993 la Comisión de la Verdad de las Naciones Unidas concluyó que se reportaron entre 20 y 30 muertos y 189 desaparecidos durante los sucesos del 17 y 18 de marzo de 1981 en el Río Lempa. [14]
Desgraciadamente, esta fue la primera de una serie de masacres sufridas por comunidades en el municipio de Victoria. UWCHR también ha investigado la masacre de noviembre de 1981 en Santa Cruz, que afectó a muchos de los mismos individuos y familias. Hoy, muchos de los sobrevivientes viven en la comunidad de Santa Marta, Cabañas, y han participando en la demanda por una investigación judicial de estas masacres. En 2013, Dolores Bonilla y Concepción López presentaron demandas criminales a la Fiscalía General de la República, el organismo de investigación del sistema jurídico de El Salvador. Hasta la fecha no ha habido avances significativos en estos casos.

Los documentos desclasificados

Los cinco documentos estadounidenses relativos a la masacre, recientemente desclasificados, permiten vislumbrar la política de los EE.UU. hacia El Salvador en un momento crítico cuando el conflicto se intensificaba. Cuando los reportes sobre las matanzas en el río aparecieron en las noticias, el equipo de Reagan en la embajada en San Salvador todavía no estaba establecido[15];este hecho podría explicar la escasez de comentarios de la embajada sobre la masacre. Pero los asuntos en juego eran prioritarios para el gobierno: después de la campaña guerrillera, el Presidente Carter reanudó la asistencia militar a El Salvador a pesar de que ésta fuera suspendida anteriormente por razones de derechos humanos. En los primeros días del gobierno de Reagan, se intentó de diversas formas aumentar el volumen y el alcance de la asistencia. Después de anunciar 20 millones de dólares adicionales en asistencia militar de emergencia para El Salvador[16], en una conferencia de prensa Reagan insistió en que este auxilio “ayuda a las fuerzas que apoyan los derechos humanos”[17]. El mismo día que los trabajadores de asistencia recogían cadáveres del río después de la masacre, el Secretario de Estado Alexander Haig solicitó más fondos para El Salvador y testificó ante el Congreso que el régimen salvadoreño estaba comprometido con el apoyo de los derechos humanos[18].
En este contexto, se desprenden de los documentos varias observaciones. En primer lugar, los documentos muestran que los diplomáticos en San Salvador y Tegucigalpa reconocieron que había habido una matanza de civiles en el río. De hecho, los documentos corroboran las versiones de los hechos dadas por sobrevivientes —con la notable excepción de la violencia perpetrada por las fuerzas hondureñas, que ha sido negada reiteradamente por la Embajada de los Estados Unidos en Tegucigalpa. Por ejemplo, el Documento 1, un cable del mes de marzo titulado “Presunta nueva masacre de refugiados”, contenía la confirmación del director local de ACNUR de que helicópteros de combate habían disparado a los refugiados, como informa el LA Times. Un documento posterior resumió los hechos así: “El incidente del Río Lempa ocurrió en marzo de 1981. Cuatro a cinco mil civiles salvadoreños se vieron atrapados en una operación de rastreo y, con las fuerzas guerrilleras aparentemente cubriendo su movimiento, fueron empujados hacia la frontera perseguidos por helicópteros, aviones de vigilancia y unidades terrestres salvadoreños. Las fuerzas salvadoreñas les dispararon mientras intentaban cruzar el Río Lempa hacia Honduras. …Se reportó que se encontraron ocho cadáveres en la orilla hondureña del Lempa, pero se desconocen las circunstancias de sus muertes. No se conoce el número de muertos en el lado salvadoreño. … Las acusaciones contra los militares hondureños son en gran parte o totalmente infundadas; los cargos contra las fuerzas salvadoreñas podrían no carecer de fundamento.”
En segundo lugar, aunque parece haber pocas dudas de que las fuerzas salvadoreñas dispararon contra civiles que huían, los oficiales estadounidenses parecen notablemente tranquilos con este hecho —algo sumamente sorprendente, si se piensa que la asistencia a El Salvador había sido suspendida apenas unos meses antes por motivos de derechos humanos. Esto podría explicarse por la suposición —que no se hizo explícita sino hasta más adelante en la guerra— de que estos civiles provenían de áreas que apoyaban a los guerrilleros, por lo que eran un objetivo militar legítimo (si bien estas prácticas están estrictamente prohibidas por las leyes humanitarias internacionales). Por ejemplo, el Documento 1 señala que el “incidente parece reflejar los recientes operativos del gobierno de El Salvador para eliminar los bastiones de la guerrilla en los departamentos vecinos de Chalatenango y Cabañas. No hay dudas de que los operativos se realizaron hasta la frontera y posiblemente incluso más allá de la frontera hondureña. [Texto censurado] respuesta de la Coordinadora, que es la sección de propaganda política controlada por la guerrilla, indica que los militares salvadoreños tuvieron bastante éxito.” Llama la atención el uso del término “éxito” y la aparente falta de interés por las vidas de los civiles como respuesta a los informes de las atrocidades.
Asimismo, los documentos contienen fuertes objeciones al uso de la palabra “masacre” para describir estos hechos (y también la masacre previa en el Río Sumpúl en mayo de 1980). Aunque las muertes no son objeto de disputa, su descripción de esa forma se considera propaganda política guerrillera. El Documento 2, un cable de la Embajada de EE.UU. en San Salvador, fechado 27 de marzo y titulado “Presunta masacre de refugiados”, reporta la respuesta de los oficiales militares salvadoreños al artículo de Dressler, e incluye el argumento de que “muchos periodistas extranjeros engañan a sus lectores, radioyentes y televidentes (sic) para justificar quedarse en in El Salvador”. El mismo documento hace referencia a los comentarios de un miembro estadounidense del equipo de observación de la OEA, cuyas preguntas sobre la masacre en una visita posterior al campamento de refugiados “no logró generar observaciones sobre la dramática ‘masacre’”. Las observaciones finales del autor sobre este tema siguen estando clasificadas; aun 35 años después de los sucesos en cuestión, el Departamento de Estado de los EE.UU. aduce que una desclasificación completa de este cable podría comprometer los servicios de inteligencia estadounidenses.
Por último, estos documentos confirman una tendencia que hemos observado en otros documentos ya publicados por UWCHR sobre atrocidades de guerra: en una época en que los medios de comunicación salvadoreños estaban totalmente controlados por el estado, los diplomáticos estadounidenses se tomaron el trabajo de manipular la forma de reportar de periodistas extranjeros —las únicas versiones independientes de la guerra. Como se ha dicho, el Embajador provisional Chapin habla sobre las indagaciones de oficiales estadounidenses que visitaron el campamento de refugiados. Sin embargo, esta labor parece ser extraordinariamente ineficaz en comparación con la abundante información sobre el incidente recogida por reporteros y organizaciones de derechos humanos. Esta información fue documentada no sólo en los informes de la prensa estadounidense citados, sino también en los comentarios de los periodistas europeos en la primera conferencia de prensa con el Embajador Hinton el primero de junio (transcrita en el Documento 5). Después de varias preguntas de reporteros, que revelaban un conocimiento detallado de la masacre del Río Lempa en marzo, Hinton les dice a los periodistas: “Me parece, damas y caballeros, que exageran las desventajas. No digo que no haya desventajas, pero me parece que están un poco exageradas. Sus conciencias les dirán cómo escriben sus informes”.
A pesar de las pruebas de violaciones de derechos humanos en El Salvador y de la complicidad del ejército hondureño, el gobierno de los EE.UU. mantuvo su apoyo militar a ambos regímenes durante toda la década de 1980. En octubre de 1981 —menos de un mes después de un cable de la Embajada de EE.UU. en Honduras que minimizaba los informes de la masacre (Documento 6)— ocurrió la masacre de la Quesera a orillas del Río Lempa, con un presunto saldo de hasta 500 personas. Sin embargo, se calcula que durante los ocho años de la administración Reagan, se gastó un millón de dólares por día en asistencia al gobierno represivo de El Salvador.[19] El ejército hondureño (incluyendo el infame Batallón 3-16, que ‘desapareció’ a más de 184 personas) recibió un aumento notable —de 4 millones a 77 millones de dólares— en ayuda militar de los EE.UU. entre 1981 y 1985.[20] Estos documentos nos permiten ver una parte de la lógica contrainsurgente que permitió que los oficiales reconocieran el aumento en muertes de civiles a manos de fuerzas estatales, pero rechazaran a quienes denunciaban esos abusos, calificándolos como simpatizantes de la guerrilla.

Leer los documentos:

Documento 1 [español] [inglés]
Fecha: 25 de marzo de 1981
De: Embajada EE.UU. Tegucigalpa
A: Secretario de Estado EE.UU.
Asunto: Presunta nueva masacre de refugiados
El cable señala:
  • El funcionario local no nombrado del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados no vio signos de maltrato de refugiados en Honduras
  • Fuentes periodísticas vieron cuerpos que parecen corresponder a refugiados que huían por el río Lempa
  • Simpatizantes con la guerrilla describen el ataque como una masacre, con el propósito de hacer propaganda política
  • La acusación de maltrato de refugiados por parte de fuerzas hondureñas es falsa
Documento 2 [español] [inglés]
Fecha: 27 de marzo de 1981
De: Embajada EE.UU. San Salvador
A: Secretario de Estado EE.UU.
Asunto: Presunta masacre de refugiados
Cable sobre:
  • Informe de prensa en el que las Fuerzas Armadas salvadoreñas niegan una “presunta masacre” en el río Lempa y sugieren que los periodistas extranjeros están engañando al público para justificar quedarse en El Salvador.
  • Un observador no nombrado de la OEA, cuya visita a La Virtud el 25 de marzo “no logró generar observaciones sobre una dramática ‘masacre’”.
Documento 3 [español] [inglés]
Fecha: 21 de abril de 1981
De: Embajada EE.UU. San Salvador
A: Secretario de Estado EE.UU.
Asunto: Cooperación del gobierno de los EE.UU. en la vigilancia de la frontera entre El Salvador y Honduras
El cable trata problemas de seguridad relativos a la asistencia de los EE.UU. en el trazado de mapas de la frontera entre El Salvador y Honduras. Expresa dudas de que las áreas a lo largo de la frontera donde circulan los “informes sobre atrocidades” como el río Lempa, sean suficientemente seguras para que helicópteros del ejército de los EE.UU. realicen operativos de reconocimiento terrestres.
Documento 4 [español] [inglés]
Fecha: 17 de junio de 1981
De: Embajada EE.UU. Tegucigalpa
A: Secretario de Estado EE.UU.
Asunto: Visita de funcionarios del Departamento de Estado relativa a asuntos de refugiados
Cable sobre:
  • La necesidad de reubicar refugiados salvadoreños de comunidades hondureñas a campamentos, con el fin de obtener mayor control sobre los suministros de alimentos y los movimientos.
  • La respuesta del gobierno hondureño a la inquietud del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados sobre el tratamiento de refugiados.
  • Conversación con el Coronel Gutiérrez, uno de los líderes de la junta militar, durante la cual Gutiérrez acusó a los trabajadores de asistencia del ACNUR de ser simpatizantes o de ayudar activamente a los izquierdistas.
Documento 5 [español] [inglés]
Fecha: 25 de junio de 1981
De: Secretario de Estado EE.UU.
Asunto: Conferencia de prensa del Embajador Hinton del 1ro de junio de 1981
Texto completo de la primera conferencia de prensa del Embajador Hinton en la Embajada estadounidense en San Salvador. Hinton, el primer designado al puesto por el gobierno de Reagan, responde preguntas de los periodistas. Explica que:
  • Washington “considera a la junta y el gobierno de El Salvador un gobierno amistoso que está siendo atacado, y los instamos que se comporten con un mínimo de excesos o abusos”.
  • Los miembros de la junta militar y el gobierno de los EE.UU. no aprueban abusos realizados por las fuerzas de seguridad.
  • La junta militar es un “gobierno con mentalidad de reforma” que se defiende contra la guerrilla y recibe el apoyo en forma de armas de los EE.UU. con ese fin.
  • Las guerrillas izquierdistas de El Salvador reciben ayuda de fuerzas gubernamentales extranjeras que intentan tomar control del país.
Documento 6 [español] [inglés]
Fecha: 22 de octubre de 1981
De: Embajada EE.UU. Tegucigalpa
A: Secretario de Estado EE.UU.
Asunto: Situación de refugiados en Honduras – Antecedentes
Cable sobre:
  • El “incidente” del río Sumpul; señala que las versiones de la masacre son “muy exageradas”.
  • Los militares hondureños no estuvieron involucrados en el “incidente” del río Lempa en el que las fuerzas salvadoreñas abrieron fuego a miles de civiles.
  • Esa versión del “incidente” del río Lempa es el producto de una “vigorosa campaña de desinformación” realizada por partidarios de la guerrilla.
NOTAS
[1] “Further details,” ACAN-EFE (Ciudad de Panamá) transmisión 1833 GMT, 18 de marzo de 1981, Foreign Broadcast Information Service.
[2] “Fierce Fighting in Cabañas”, El Mundo (El Salvador), 17 de marzo de 1981, p. 3, FBIS; “Army Cleanup Operation”, La Prensa Gráfica (El Salvador) 19 de marzo de 1981, p. 39, FBIS; “Army Patrol Ambushed”, ACAN-EFE (Ciudad de Panamá) transmisión 1833 GMT, 28 de marzo de 1981, FBIS; “Army Report on Cabañas”, La Prensa Gráfica (El Salvador) 18 de marzo de 1981, p. 2, 9, FBIS; “Heavy Fighting Near Honduras”, San José (Costa Rica) Radio Reloj, transmisión en español 1730 GMT 18 de marzo de 1981, FBIS.
[3] Como explicó María Isidora Leiva: “Los militares que hacían esto se hacían acompañar de hombres vestidos de civiles, a los que les decían los del ORDEN, con los que llegaban a buscar a los hombres de las casas y al no encontrarlos hostigaban a las mujeres, por lo que luego también tenían que huir las mujeres porque si no las violaban, golpeaban y las ponían a hacerles comida mientras ellos registraban casas, robaban, golpeaban, torturaban y violaban a otras mujeres y a los pocos hombres que encontraban.”
[4] Leer más extractos del testimonio de María Isidora Leiva: http://www.alges.org.sv/contando-la-historia-maria-isidora-leiva-aviles.
[5] Warren Hoge, “Slaughter in Salvador: 200 Lost in Border Massacre”, The New York Times 8 de junio de 1981.
[6] Yvonne Dilling con Ingrid Rogers. In Search of Refuge. Scottdale, PA: Herald Press. 1984. p. 47.
[7] Alex Dressler (apellido previamente escrito Drehsler), entrevista con Angelina Godoy y Mina Manuchehri, 7 de septiembre de 2013.
[8] Warren Hoge, “Slaughter in Salvador: 200 Lost in Border Massacre,” The New York Times 8 de junio de 1981.
[9] Vasquez, J. M. (1981, 2 de abril). Refugees describe attack by Salvadoran helicopters. The Los Angeles Times. p. B9.
[10] Volpendesta, D. (1985, 29 de diciembre). The Plight of the Salvador Refugees in Honduras.The San Francisco Chronicle, p. 8.
[11] Ibid.
[12] Amnistía Internacional, “Informe de Amnistía Internacional,” pp. 6-7 en Boletín Informativo Honduras. Tegucigalpa: Centro de Documentación de Honduras, Noviembre 1982.
[13] Latin America Working Group, “The War Goes On: Counter-Insurgency Tactics…?” pp. 3-4 in Central America Update, Vol II Nº 6, junio 1981.
[14] Comisión de la Verdad de las Naciones Unidas para El Salvador. (1992-1993). De La Locura a La Esperanza: La Guerra De 12 Años En El Salvador: Informe de la Comisión de la Verdad para El Salvador. San Salvador, El Salvador: Editorial Arcoiris, 1993, p. 29.
[15] El Embajador Robert White había sido destituido sin más de su puesto apenas unos días después de la inauguración de Reagan en enero, y el Embajador Deane Hinton no lo remplazaría sino hasta mayo; mientras tanto, Frederic Chapin ocupó ese puesto de forma provisional.
[16] “Aid to El Salvador,” CQ Almanac, 1981. https://library.cqpress.com/cqalmanac/document.php?id=cqal81-1172150
[17] “Relatives charge Haig with ‘smearing’ slain nuns,” AP, March 20, 1981. https://news.google.com/newspapers?nid=2209&dat=19810320&id=tacrAAAAIBAJ&sjid=_vwFAAAAIBAJ&pg=6839,3849856&hl=en
[18] Es bien sabido que Haig hasta sugirió que las clérigas estadounidenses asesinadas —cuyo caso había conducido a la suspensión de la asistencia estadounidense a El Salvador— habían tratado de saltar un control de carretera y habían sido muertas en un tiroteo. Ver el artículo citado en nota 17 arriba.
[19] Sullivan, K., & Jordan, M. (2004, 10 de junio). In Central America, Reagan Remains A Polarizing Figure. The Washington Post, pp. 2. http://www.washingtonpost.com/wp-dyn/articles/A29546-2004Jun9.html
http://unfinishedsentences.org/es/foia-rio-lempa/