sábado, 23 de abril de 2016

Quinto Domingo de Pascua



Hechos de los apóstoles 14, 21b-27
Contaron a la Iglesia lo que Dios había hecho por medio de ellos
En aquellos días, Pablo y Bernabé volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía, animando a los discípulos y exhortándolos a perseverar en la fe, diciéndoles que hay que pasar mucho para entrar en el reino de Dios.
En cada Iglesia designaban presbíteros, oraban, ayunaban y los encomendaban al Señor, en quien habían creído. Atravesaron Pisidia y llegaron a Panfilia. Predicaron en Perge, bajaron a Atalía y allí se embarcaron para Antioquía, de donde los habían enviado, con la gracia de Dios, a la misión que acababan de cumplir.
Al llegar, reunieron a la Iglesia, les contaron lo que Dios había hecho por medio de ellos y cómo había abierto a los gentiles la puerta de la fe.
Salmo responsorial: 144
Bendeciré tu nombre por siempre jamás, Dios mío, mi rey.
El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad; el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas. R.
Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles; que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas. R.
Explicando tus hazañas a los hombres, la gloria y majestad de tu reinado. Tu reinado es un reinado perpetuo, tu gobierno va de edad en edad. R,
Apocalipsis 21, 1-5a
Dios enjugará las lágrimas de sus ojos
Yo, Juan, vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra han pasado, y el mar ya no existe. Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, enviada por Dios, arreglada como una novia que se adorna para su esposo. Y escuché una voz potente que decía desde el trono: "Ésta es la morada de Dios con los hombres: acampará entre ellos. Ellos serán su pueblo, y Dios estará con ellos y será su Dios. Enjugará las lágrimas de sus ojos. Ya no habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor. Porque el primer mundo ha pasado." Y el que estaba sentado en el trono dijo: "Todo lo hago nuevo."
Juan 13, 31-33a. 34-35
Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros
Cuando salió Judas del cenáculo, dijo Jesús: "Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará.
Hijos míos, me queda poco de estar con vosotros.
Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también entre vosotros. La señal por la que conocerán todos que sois discípulos míos será que os amáis unos a otros."

viernes, 22 de abril de 2016

José M. Tojeira sj: "Las alianzas de políticos con capitales sospechosos de pertenecer al crimen organizado son una vergüenza"

José M. Tojeira

La pastoral del arzobispo de San Salvador, "un grito de esperanza"

"En un país cristiano y pobre como el nuestro no puede existir una economía del derroche"

Redacción, 22 de abril de 2016

(José M. Tojeira, sj.).- El 24 de Marzo pasado el Arzobispo de San Salvador escribió una Carta Pastoral titulada "Veo en la Ciudad Violencia y Discordia". A pesar de su honda actualidad no ha tenido demasiada repercusión en unos medios como la mayoría de los nuestros, excesivamente politizados y en realidad poco interesados en descender a la problemática estructural de nuestro sufrido país.
En medio de la violencia tan dura que estamos sufriendo, la Carta Pastoral parte de una visión clara de la situación y de la cultura que lleva a esa situación, así como de unanálisis serio de los problemas estructurales de El Salvador que llevan a la violencia.
Hace una síntesis histórica de cómo enfoca la violencia la Biblia en su conjunto, y especialmente centrada en la figura de Jesús, que desde su amor y su entrega nos trae la verdadera paz. Y finalmente propone toda una serie de acciones que nos pueden ayudar a salir de este marasmo en el que nos encontramos.
Para quienes deseen tener un análisis y una reflexión de la violencia desde la fe cristiana,la Carta Pastoral nos ofrece una magnífica síntesis, además de ayudarnos a encontrar caminos de construcción de la paz.
Entre las causas de la violencia, la Carta pone en primer lugar a la exclusión social, que es además entre nosotros "sinónimo de desigualdad extrema". Junto con el Papa Francisco el arzobispo nos invita a decir "No a una economía de la exclusión y la inequidad" por una muy sencilla razón: "Esa economía mata".
En la actualidad nos encontramos con repetidos escándalos que evidencian el mal uso de dineros mientras otros permanecen en la pobreza. La evasión de impuestos de los más ricos a través de empresas en paraísos fiscales ha sido desvelada con las filtraciones de los papeles de Panamá.
Las alianzas de políticos con capitales sospechosos de pertenecer al crimen organizado son una vergüenza. Los salarios mínimos empobrecen a unos y favorecen a otros. La exclusión social, sin duda, unida como está a la desigualdad, es una importante causa estructural de la violencia existente. Unida y muy vinculada a la exclusión aparece en la carta la idolatría del dinero.
El arzobispo es claro cuando dice que "en un país cristiano y pobre como el nuestro no puede existir una economía del derroche que olvide que lo principal a suplir son las necesidades básicas de nuestros hermanos más pobres". Apuesta por una "economía de la solidaridad" que contrasta con la serie de defensores de la evasión de impuestos que han aparecido recientemente defendiendo la salida de capitales a través de las empresas de conveniencia en paraísos fiscales.
Un estudio reciente de la Comisión Económica para América Latina de la ONU, CEPAL, afirmaba en estos días que el 10% más rico de América Latina y el Caribe posee el 71% de la riqueza y tributa solo el 5,4% de su renta. Eso mientras los pobres, en particular en El Salvador, incluso recibiendo unos ingresos insuficientes, tienen que pagar un IVA del 13%. Es evidente que es parte de esa idolatría el hecho que los ricos tengan privilegios a la hora de pagar impuestos sobre la renta y logren o bien ocultar sus dineros en el exterior, o bien pagar menos de lo que debieran. Nada de eso, lamentablemente, puede llamarse economía de solidaridad.
El individualismo cerrado, autorreferente, que prescinde del prójimo especialmente del que vive en la pobreza y la marginación, es otra de las causas que señala la Carta Pastoral. Retomando el mensaje de los obispos de América Latina en Aparecida en la Carta se nos dice que "la afirmación de derechos individuales y subjetivos, sin un esfuerzo semejante para garantizar los derechos sociales, culturales y solidarios, resulta en perjuicio de la dignidad de todos, especialmente de quienes son más pobres y vulnerables".
En nuestro país es evidente que los derechos individuales, desconectados en buena parte de los derechos sociales y solidarios, acaban beneficiando a los más ricos y creando la terrible desigualdad existente. Si bien nuestro sistema judicial persigue flojamente las violaciones de derechos individuales, algo hace. Pero rara vez mueve un dedo para perseguir violaciones de derechos sociales. Violaciones que de hecho incluso están amparadas por la legislación vigente, en contradicción con las afirmaciones constitucionales de defensa de derechos sociales y justicia social.
Tal vez esa incapacidad de defender derechos sociales esté en el fondo de la cuarta causa de la violencia que nuestro Arzobispo propone: La impunidad. Al respecto la Carta Pastoral afirma taxativamente: "El Salvador no puede seguir resguardando un sistema judicial que ampare la impunidad. Debe acabar si realmente se quieren sanar las heridas del pasado". Hablando respecto al presente nuestro Pastor exige el fin de la impunidad. E incluso con respecto al pasado pide "realizar juicios históricos", no tanto para condenar a los muertos o a sus descendientes, sino "para reivindicar a las víctimas y conocer a sus victimarios, en orden a que otros no se sientan animados a cometer las mismas injusticias de aquellos".
Entre las diversas acciones contra la violencia, la Carta Pastoral nos recuerda que "la lucha contra la violencia es sinónimo de lucha contra las causas primarias que la provocan" y las enumera de nuevo. Y desde ahí, en su exhortación final, recorre toda una serie de grupos sociales o de profesiones a las que aconseja directamente en esta tarea de construir la paz.
A los políticos y gobernantes les dice que "velen por el bien común y el bienestar de las grandes mayorías". Que "diseñen políticas que desarrollen un estado de bienestar social que aleje al pueblo de la tentación de recurrir a la violencia". A los económicamente poderosos les insiste en que promuevan "una economía más solidaria". Que "creen más plazas de trabajo" y que "la alimentación, salud, vivienda, educación, esparcimiento, sistema de pensión, entre otras necesidades sean suplidas con calidad a través de un sueldo que responda a las exigencias de la actualidad".
Y así va recorriendo las diversas profesiones y estados de vida. Todo ello sin olvidar nuestra raíces, llegando a pedir perdón a nuestras poblaciones indígenas por el "trato de exclusión" que tantas veces les hemos dado, a pesar de lo que nos enseñan de amor a la tierra y la naturaleza y "las relaciones de convivencia solidaria muy propias de su cultura".
Leer esta carta pastoral es necesario. Y sobre todo verla como un grito de esperanza, profundamente vinculada al magisterio de Mons. Romero. Una lectura necesaria en los tiempos que corren y en medio del sufrimiento de tantos y tantas, víctimas de diferentes modos de la violencia existente.
http://www.periodistadigital.com/religion/america/2016/04/22/etica-y-politica-la-actualidad-de-una-carta-pastoral-iglesia-religion-dios-jesus-papa-salvador-romero-escobar.shtml

domingo, 10 de abril de 2016

La tarea: "Educar para la Paz"



Los cursos de música que se ofrecen a la niñez y juventud del municipio y sus alrededores, permiten encender una luz de esperanza y de vida. Como adultos, debemos crear oportunidades, inventar y reinventarlas. 

Promoviendo las artes en las nuevas generaciones, sembramos nuevas semillas de vida...

Cuando la clase politica y los poderosos se revuelcan en el fango del dinero facil, de las compras de voluntades, de la evasión(Robo), de seguir enriqueciéndose a costa de una mayoria, debemos buscar y construir oportunidades para todos.

El milagro es: Compartir. 
Unamos esfuerzos, unidos lograremos enfrentar estos momentos de muerte que viene tanto de las pandillas como de los ricos y poderosos de este pais.











3er Domingo de Pascua

Hechos de los apóstoles 5, 27b-32. 40b-41
Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo
En aquellos días, el sumo sacerdote interrogó a los apóstoles y les dijo: "¿No os habíamos prohibido formalmente enseñar en nombre de ése? En cambio, habéis llenado Jerusalén con vuestra enseñanza y queréis hacernos responsables de la sangre de ese hombre."
Pedro y los apóstoles replicaron: "Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis, colgándolo de un madero. la diestra de Dios lo exaltó, haciéndolo jefe y salvador, para otorgarle a Israel la conversión con el perdón de los pecados. Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que le obedecen."
Prohibieron a los apóstoles hablar en nombre de Jesús y los soltaron. Los apóstoles salieron del Sanedrín contentos de haber merecido aquel ultraje por el nombre de Jesús.
Salmo responsorial: 29
Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
Te ensalzaré, Señor, porque me has librado y no has dejado que mis enemigos se rían de mí. Señor, sacaste mi vida del abismo, me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa. R.
Tañed para el Señor, fieles suyos, dad gracias a su nombre santo; su cólera dura un instante, su bondad, de por vida; al atardecer nos visita el llanto; por la mañana, el júbilo. R.
Escucha, Señor, y ten piedad de mí; Señor, socórreme. Cambiaste mi luto en danzas. Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre. R.
Apocalipsis 5, 11-14
Digno es el Cordero degollado de recibir el poder y la riqueza
Yo, Juan, en la visión escuché la voz de muchos ángeles: eran millares y millones alrededor del trono y de los vivientes y de los ancianos, y decían con voz potente: "Digno es el Cordero degollado de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza."
Y oí a todas las criaturas que hay en el cielo, en la tierra, bajo la tierra, en el mar -todo lo que hay en ellos-, que decían: "Al que se sienta en el trono y al Cordero la alabanza, el honor, la gloria y el poder por los siglos de los siglos."
Y los cuatro vivientes respondían: "Amén."
Y los ancianos se postraron rindiendo homenaje.
Juan 21, 1-19
En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera:
Estaban juntos Simón Pedro, Tomás apodado el Mellizo, Natanael el de Caná de Galilea, los Zebedeos y otros dos discípulos suyos.
Simón Pedro les dice: "Me voy a pescar."
Ellos contestan: "Vamos también nosotros contigo."
Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús.
Jesús les dice: "Muchachos, ¿tienen pescado?"
Ellos contestaron: "No."
Él les dice: "Echen la red a la derecha de la barca y encontraran."
La echaron, y no tenían fuerzas para sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo que Jesús tanto quería le dice a Pedro: "Es el Señor."
Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos cien metros, remolcando la red con los peces.
Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan. Jesús les dice: "Traigan de los peces que acaban de pescar."
Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red.
Jesús les dice: "Vamos, almorzemos."
Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor. Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado. Ésta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos, después de resucitar de entre los muertos. Después de comer, dice Jesús a Simón Pedro: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?" Él le contestó: "Sí, Señor, tú sabes que te quiero." Jesús le dice: "Apacienta mis corderos." Por segunda vez le pregunta: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas?" Él le contesta: "Sí, Señor, tú sabes que te quiero." Él le dice: "Pastorea mis ovejas." Por tercera vez le pregunta: "Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?" Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo quería y le contestó: "Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero." Jesús le dice: "Apacienta mis ovejas. Te lo aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras." Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios. Dicho esto, añadió: "Sígueme."

sábado, 9 de abril de 2016

Imagenes del norte de San Miguel y del norte de Morazán.

cerro las mesas de San Antonio del Mosco

Templo de San Isidro, Morazán,

Rio Torola entre San Isidro y Torola municipio

Rio Torola

Templo del municipio de Torola

Templo parroquial de San Fernando.


Atardecer visto del atrio del templo parroquial de San Fernando


sábado, 2 de abril de 2016

03 de abril, 2º Domingo de Pascua

Hechos de los apóstoles 5, 12-16
Los apóstoles hacían muchos signos y prodigios en medio del pueblo.
Los fieles se reunían de común acuerdo en el pórtico de Salomón; los demás no se atrevían a juntárseles, aunque la gente se hacía lenguas de ellos; más aún, crecía el número de los creyentes, hombres y mujeres, que se adherían al Señor.
La gente sacaba los enfermos a la calle, y los ponía en catres y camillas, para que, al pasar Pedro, su sombra, por lo menos, cayera sobre alguno.
Mucha gente de los alrededores acudía a Jerusalén, llevando a enfermos y poseídos de espíritu inmundo, y todos se curaban.
Salmo responsorial: 117
Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia. Diga la casa de Aarón: eterna es su misericordia. Digan los fieles del Señor: eterna es su misericordia. R.
La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente. Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo. R.
Señor, danos la salvación; Señor, danos prosperidad. Bendito el que viene en nombre del Señor, os bendecimos desde la casa del Señor; el Señor es Dios, él nos ilumina. R.
Apocalipsis 1, 9-11a. 12-13. 17-19
Yo, Juan, vuestro hermano y compañero en la tribulación, en el reino y en la constancia en Jesús, estaba desterrado en la isla de Patmos, por haber predicado la palabra de Dios, y haber dado testimonio de Jesús.
Un domingo caí en éxtasis y oí a mis espaldas una voz potente que decía: "Lo que veas escríbelo en un libro, y envíaselo a las siete Iglesias de Asia."
Me volví a ver quién me hablaba, y, al volverme, vi siete candelabros de oro, y en medio de ellos una figura humana, vestida de larga túnica, con un cinturón de oro a la altura del pecho.
Al verlo, caí a sus pies como muerto.
Él puso la mano derecha sobre mí y dijo: "No temas: Yo soy el primero y el Último, yo soy el que vive. Estaba muerto y, ya ves, vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del abismo.
Escribe, pues, lo que veas: lo que está sucediendo y lo que ha de suceder más tarde."
Juan 20, 19-31
Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: "Paz a ustedes."
Y diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: "Paz a ustedess. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo."
Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:
- "Reciban el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengan, les quedan retenidos."
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: "Hemos visto al Señor."
Pero él les contesto: "Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo."
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: "Paz a ustedes."
Luego dijo a Tomás: "Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente."
Contestó Tomás: "¡ Señor mío y Dios mío!"
Jesús le dijo: "¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto."
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengan vida en su nombre.