viernes, 27 de marzo de 2009

Tribunal internacional pide "cese a la impunidad y dar paso a la justicia"

Gloria Silvia Orellana
Redacción Diario Co Latino

Los hechos violentos narrados por los familiares de las víctimas, provocan lágrimas en todos los que asisten al Tribunal Internacional para la Aplicación de la Justicia Restaurativa en el país, el cual se ha instalado para pedir el “cese a la impunidad y dar paso a la justicia”. El tribunal se ha instalado en la Capilla de la Universidad Centroamericana (UCA), donde descansan los restos de los seis Sacerdotes Jesuitas asesinados por el Ejército salvadoreño, durante la ofensiva de 1989, símbolo de la retardación de justicia. Los testimonios a Erlinda Franco, esposa de Manuel Franco, miembro del Partido Comunista, y Docente de la Facultad de Ciencias Económicas, durante la década de los ochenta, y Doña Esperanza Cortéz, que narró el desaparecimiento de sus hermanas Sandra Margarita y Doris Ramos Surio, conmovieron a los asistentes. Ambas víctimas narraron al Tribunal Internacional la situación de represión sistemática contra los familiares de las víctimas y como había influido en el cambio de sus vidas, hasta la firma de los Acuerdos de Paz, en 1992, aunque Erlinda Franco afirmó no sentir seguridad para sus hijos y ella.Erlinda Franco narró como fueron secuestrados del Colegio Externado San José todos los miembros del Frente Democrático Revolucionario (FDR), y asesinados posteriormente por elementos del Ejército Nacional y cuerpos policiales.“Fue una vecina quien me avisó de la captura, le dejé en sus brazos a mi hijo pequeño (4 meses) y salí corriendo a la Universidad de El Salvador para buscar ayuda de sus compañeros o conocidos y no la obtuve”, testificó.“Encontré su cuerpo en la Funeraria San Antonio, estaba totalmente ensangrentado, lo habían torturado, no tenía las uñas en los dedos de sus pies y tenía un alambre de púas apretado al cuello, estaba hinchado, su ropa rota. Fue doloroso verlo así”, dijo. La muerte de su esposo trajo una persecución sistemática del Estado, manos pintadas en la puerta de su casa, llamadas a su trabajo anunciándole su muerte. Su hermana menor fue secuestrada y violada por agentes policiales. “Me quedé totalmente sola y le agradezco únicamente al Decano de la Facultad de Ciencias Económicas, Edgardo Henríquez, que me dio un empleo, para poder mantener a mis hijos, que se crearon reprimidos y con problemas emocionales, nos hemos cambiado 19 veces de casa y aun no me siento segura por lo que solicito además de justicia, el asilo político para mi familia en otro país”, expresó.Doña Esperanza Cortéz mostró su fortaleza espiritual al describir como soportó junto a su padre y esposo el acoso, tortura y muerte que infringieron a su familia los cuerpos policiales y el ejército salvadoreño. Fue 1972, el año que marcó la vida de Doña “Pela”, como le llaman sus familiares, ese año fue exiliado José Napoleón Duarte, después que le arrebataran su triunfo con el partido Unión Nacional Opositora (UNO).“Llegaron 5 policías vieron la foto de mi esposo que era maestro, me dijeron, vos tenés lectura subversiva y es peligroso para el Estado, luego, nos robaron el poco dinero que teníamos y encontró una grabadora que tenía el discurso de (José Napoleón) Duarte que salía para Venezuela, fuimos capturados junto a mi hermano, me amenazan de matarme y violarme, luego nos dejan libres”, recordó.Fue en el año de 1981, cuando desaparecieron sus hermanas Doris de 24 años y Sandra Margarita de 22, ambas en estado de gravidez, cuando fueron secuestradas y desaparecidas por cuerpos policiales “Mi hermana Doris era líder estudiantil en AGEUS, tenía 9 meses, cuando la secuestraron en la acera del Almacén Simán del centro; un testigo describió exactamente el vestido que usaba cuando salió de la casa, llevaba en sus manos un portabebé que había comprado”, contó.Sandra Margarita fue capturada en Zacatecoluca, antes que Doris, tenía ocho meses de embarazo, fue capturada junto a su esposo Francisco Merino, que apareció asesinado en el Desvío San Simón, en el municipio de San Juan Nonualco, La Paz. “Yo busqué incansablemente a Sandra Margarita por semanas, meses, hasta que una señora me dijo que un militar del cuartel quería saber quiénes eran los familiares de una jovencita, para darles el hijito de ella, porque le hacían cada cosa a ella, pero no nos dieron información”, narró.Las amenazas fueron constantes “Mi padre, un hombre muy fuerte, murió cuando tenía 101 años y 7 meses, me decía a manera de broma, ya vinieron a celebrarle su cumpleaños, porque cada 7 meses, llegaba el ejército o la policía a catear la casa, nos ponían boca abajo a todos y nos amenazaban, fue un sufrimiento interminable”, señaló.Los miembros del Tribunal Internacional por la Justicia escucharon los testimonios, y procederá a dar su sentencia este viernes por la tarde.

No hay comentarios: