Redacción
BBC Mundo
El mandatario español descartó "absolutamente" que su país vaya a solicitar ayuda a la Unión Europea.
España y Portugal desafiaron esta semana a los pronósticos que las sitúan como las siguientes víctimas de la crisis financiera en Europa.
Los inversores, economistas y periodistas más pesimistas advierten desde hace tiempo que el efecto dominó es imparable y que, después de que Grecia fuera rescatada de la bancarrota en mayo, e Irlanda siguiera sus pasos hace una semana, los próximos en requerir ayuda exterior serán Portugal y España.
Lo cierto es que esa predicción cobró fuerza después de una semana negra en los mercados financieros para España y Portugal. Los dos países ibéricos vieron cómo siguieron subiendo los intereses por el dinero que toman prestado.
El caso de España es especialmente preocupante porque se trata de la cuarta mayor economía del área euro -compuesta por 16 países-. Algunos economistas advierten que el fondo de salvaguarda europeo creado en mayo para ayudar a los países con problemas no tendría fondos suficientes para hacer frente a un hipotético rescate español.
Predicen que el agravamiento de los problemas financieros de España supondría irrevocablemente el fin del euro.
Políticos versus inversores
Los españoles fueron a la huelga en septiembre contra los recortes del gasto.
Los gobiernos de España y Portugal trataron de contrarrestar esta semana el caudal de información negativa que da por descontado que tarde o temprano no podrán hacer frente a sus deudas.
Portugal aprobó el viernes los presupuestos más austeros de las últimas décadas y su primer ministro, el socialista José Socrates, aseguró que su país tiene capacidad para seguir financiándose en los mercados.
El gobierno español, por su parte, insistió en que el estado de sus cuentas públicas es mucho más solvente que el de los países afectados hasta ahora.
El presidente español, el socialista José Luis Rodríguez Zapatero, se siente víctima de los especuladores que esperan obtener ganancias en las bolsas apostando al encarecimiento de la deuda española.
Zapatero advirtió a los inversores y analistas "que piensan a corto plazo" sobre España que se van a equivocar. Descartó "absolutamente" que su país vaya a solicitar ayuda a la Unión Europea.
Los críticos señalan, sin embargo, que la economía española es muy frágil y que hay fundamento suficiente para temer su bancarrota.
Economistas consultados por BBC Mundo coinciden en que tanto Zapatero como los analistas más agoreros tienen parte de razón.
Profecía autocumplida
Advierten que España puede acabar siendo víctima de una profecía autocumplida, es decir, que a fuerza de repetir que la economía española caerá en la bancarrota su predicción se convertirá en realidad.
"Si un inversor con numerosos títulos de deuda española anticipa que estos van a valer menos antes de venderlos, acabará ocurriendo lo que predijo", ejemplifica el profesor de Economía de la escuela de negocios española IESE, Xavier Díaz Jiménez.
Sin embargo, el profesor del IESE agrega que toda profecía autocumplida tiene una base real.
"Sería mucho más difícil crear un movimiento especulativo contra Alemania, un país mucho más sólido", explica.
Los economistas señalan que el crecimiento de los últimos años en España fue muy desequilibrado.
España creció a una media del 3,6% entre 1994 y 2007, años en los que el desempleo descendió del 24% al 8%. Esta bonanza se basó en gran parte en un 'boom' en el sector de la construcción.
El fin de la burbuja inmobiliaria puso en evidencia que el buen estado de la economía se basaba en un espejismo: el desempleo se disparó de nuevo hasta más del 20%, la recaudación por los impuestos que tasan las transacciones inmobiliarias se redujo y los bancos acumularon mucha deuda vinculada a la construcción.
En todo caso, los analistas observan que la situación financiera española es mejor que la de los otros países europeos afectados.
El fin de la burbuja inmobiliaria puso en evidencia que el buen estado de la economía se basaba en un espejismo.
El profesor de Economía de la Universidad de Duke, en Estados Unidos, Juan Rubio-Ramírez, cree que la mayor garantía con que cuenta España para capear este temporal es que no está tan endeudada como Grecia, Irlanda o Portugal.
Pero advierte que España debe recortar el gasto público para compensar sus menores ingresos y el encarecimiento de los intereses de su deuda.
Reformas impopulares
El problema para Zapatero reside en que acometer más reformas impopulares, como las que ya adoptó en mayo para frenar la especulación en los mercados, podría tener un alto costo político.
El recorte de un 5% del salario a los funcionarios públicos fue uno de los principales motivos de una huelga general y del desplome de la popularidad del presidente del gobierno.
En una entrevista al diario madrileño El País, antes de que se anunciara el rescate irlandés, Zapatero indicó que no tiene pensado hacer más recortes.
Ahora, sin embargo, los analistas señalan que un nuevo paquete de austeridad y de reformas legales podría servir para acabar con la especulación contra la deuda española.
El profesor de la Washington University en San Luis, Estados Unidos, Michele Boldrin cree que el gobierno de Zapatero solo ha actuado cuando se ha visto con el agua al cuello.
"Cada vez que hay temblor en los mercados financieros el gobierno anuncia recortes pero en cuanto se calma la situación se echa atrás", afirma. "Ahora es el momento de que acometa reformas pendientes como la de las pensiones o de las cajas de ahorro (entidades financieras regionales)".