Jueves, 13 de junio de 2013
No son los que más invierten en
educación (menos del 7% del PIB), ni los que imponen la mayor carga
horaria a los niños en las escuelas (608 horas lectivas en primaria en
comparación con 875 de España, por ejemplo).
Tampoco se inclinan por dar cantidades excesivas
de tarea para la casa; y, a la hora de evaluar formalmente el éxito del
proceso de aprendizaje, un par de exámenes nacionales cuando los
jóvenes dejan la escuela, a los 18 años, les basta.Mientras en América Latina las protestas estudiantiles -más recientemente las de Chile y Colombia- ocurren con frecuencia, Finlandia parece haber encontrado un modelo -de educación gratuita de principio a fin y donde las escuelas privadas casi no existen- que tiene a los maestros y a los estudiantes contentos por igual.
clic Lea: América Latina tiene mala nota en educación
El orgullo de ser maestro
La educación a grandes rasgos
- Idea básica: igualdad de oportunidades.
- Los niños empiezan la escuela a los 7 años.
- Casi todas las escuelas son públicas (el número de escuelas privadas es ínfimo).
- Toda la educación es gratuita (desde el preescolar hasta la universidad)
- La comida y los materiales de estudio también son gratuitos.
- Durante los primeros seis años de primaria es el mismo maestro para casi todas las asignaturas.
- Jornada escolar: de 8.30 - 9 a 15 hs., con media hora de almuerzo.
- Exámenes nacionales cuando los alumnos tienen 18 años
- Promedio de alumnos por clase: 23.
- Clases mixtas (mujeres y varones, y diferentes grados de capacidad).
- Maestros debe tener una maestría para ejercer la docencia.
"El profesorado tiene un nivel de formación extraordinaria, con una selección previa tan exigente que no se compara con ninguna otra en el mundo", le explica a BBC Mundo Xavier Melgarejo, un psicólogo y psicopedagogo español que empezó a estudiar el sistema educativo en Finlandia hace más de una década.
"Sólo entra en las facultades de educación gente con notas por encima de nueve, nueve y medio sobre diez. Son muy exigentes. Se les hacen pruebas de lectura, sensibilidad artística, de dominio de algún instrumento, de comunicación... Como resultado, las universidades sólo reclutan a un 10% de los estudiantes que se presentan.
Y para ejercer la docencia todos los maestros necesitan hacer una maestría.
La contraparte de esta exigencia es el reconocimiento. No necesariamente en términos económicos, ya que los sueldos de los educadores no presentan grandes diferencias con el resto de Europa (según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, OECD, el salario básico de una maestro de primaria es de entre US$29.000 y US$39.000 anuales), sino sociales.
"Los maestros son considerados profesionales académicos y tienen la responsabilidad de desarrollar su trabajo, por eso no se ejerce sobre ellos un control excesivo", le explica a BBC Mundo Anita Lehikoinen, Secretaria Permanente del Ministerio de Educación y Cultura de Finlandia.
"Yo no soñaba con ser profesora, pero ahora me dedico a esta profesión y me gusta mucho", explica Hilkka-Roosa Nurmi, una profesora de español e inglés que tiene experiencia como docente de estas lenguas en su país y en España.
"Aquí no es como en otros sitios, no tenemos tantas normas. Podemos elegir cómo enseñamos. Tenemos más libertad. Pero esto significa también más responsabilidad", dice.
Tú vales lo que sabes
Gasto público en educación, total (% del PIB)
- Finlandia: 6,8%
- Suecia: 7,3%
- Dinamarca: 8,7%
- Argentina: 6%
- Cuba: 13,1%
- Chile: 4,2%
- México: 5,3%
- Estados Unidos: 5,4%
Para darnos una idea, "en la cultura luterana uno se salva cuando lee la Biblia, se llega a Dios a través de la palabra escrita". Y aunque hoy día las iglesias no estén muy llenas, el valor de aprender a leer y escribir ha quedado profundamente arraigado en la cultura finlandesa, agrega Melgarejo.
En esto coincide Lehikoinen: "la mayoría de los hogares están suscritos a uno o varios periódicos y ésta es una tradición que luego se pasa a los niños", señala.
Pero también los finlandeses apuestan por la educación porque saben que como país pequeño, rodeado de vecinos poderosos como Rusia o Suecia y sin un arsenal de recursos naturales a su disposición, la cultura -su dominio en el ámbito del conocimiento- es lo que lo que les da la posibilidad de competir en una economía global.
Y puertas adentro, la excelencia en el nivel educativo se traduce "en un grado importante de cohesión social, que les permite a los finlandeses sentir que son parte de la sociedad, incluso en tiempos de crisis", explica Lehikoinen.
Lecciones para América Latina
"Cuando planteamos grandes reformas educativas, por ejemplo, siempre involucramos a los maestros y a los alumnos, no se trata de órdenes del gobierno que los educadores tienen que acatar, son reformas que hemos preparado juntos"
Anita Lehikoinen, Secretaria Permanente del Ministerio de Educación y Cultura de Finlandia.
Alemania por ejemplo, azorada por sus resultados mediocres en la prueba, tomó nota del programa finlandés e introdujo reformas en su sistema.
¿Pero qué posibilidad tienen los países de América Latina, donde la educación pública está lejos de ser un orgullo, donde el sueldo de los maestros no está a la altura de sus responsabilidades y donde no existe un estado de bienestar como en algunos países europeos, de implementar un sistema educativo como el de Finlandia?
"No puedes copiar y pegar el sistema entero", le dice a BBC Mundo Andreas Schleicher, responsable de las evaluaciones PISA, "pero puedes ver cómo los finlandeses saben quién es un buen maestro, cómo los reclutan, cómo les asignan las clases o cómo se aseguran de que cada niño se beneficie de lo que le enseñan".
Y quizá una lección útil para América Latina sea aprender cómo Finlandia afronta los cambios en el ámbito de la educación.
"Todo se basa en la confianza mutua y en la construcción de un consenso. Cuando planteamos grandes reformas educativas, por ejemplo, siempre involucramos a los maestros y a los alumnos, no se trata de órdenes del gobierno que los educadores tienen que acatar, son reformas que hemos preparado juntos", afirma Lehikoinen.
Después esta descripción de Lehikoinen, Melgarejo y Schleicher, uno podría tender a imaginarse una clase en Finlandia como una situación idílica: un grupo de niños obedientes escuchando embelesados una clase magistral que interrumpen de tanto en tanto con una pregunta inteligente.
Nada más lejos de la realidad. Los niños hacen las mismas travesuras que en cualquier parte del mundo. Incluso, a veces, "cuando hacen las mediciones de educación es una paradoja porque aunque les va muy bien, cuando les preguntan si les gusta la escuela, siempre dicen que no. Quizá eso se deba al espíritu independiente de nuestros niños", concluye Lehikoinen.
http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2013/06/130604_educacion_finlandia_lp.shtml
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