jueves, 28 de noviembre de 2013
martes, 26 de noviembre de 2013
Francisco: La Alegria del Evangelio
Exhortación Apostólica "Evangelii Gaudium"
'La Iglesia no tiene el monopolio en la interpretación de la realidad'
"Dado que estoy llamado a vivir lo que pido a los demás, también debo pensar en una conversión del Papado"
Redacción, 26 de noviembre de 2013
Evangelii Gaudium
(Evangelii Gaudium).- La Alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría. En esta Exhortación quiero dirigirme a los fieles cristianos para invitarlos a una nueva etapa evangelizadora marcada por esa alegría, e indicar caminos para la marcha de la Iglesia en los próximos años.
2. El gran riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta de consumo, es una tristeza individualista que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres superficiales, de la conciencia aislada. Cuando la vida interior se clausura en los propios intereses, ya no hay espacio para los demás, ya no entran los pobres, ya no se escucha la voz de Dios, ya no se goza la dulce alegría de su amor, ya no palpita el entusiasmo por hacer el bien. Los creyentes también corren ese riesgo, cierto y permanente. Muchos caen en él y se convierten en seres resentidos, quejosos, sin vida. Ésa no es la opción de una vida digna y plena, ése no es el deseo de Dios para nosotros, ésa no es la vida en el Espíritu que brota del corazón de Cristo resucitado.
3. Invito a cada cristiano, en cualquier lugar y situación en que se encuentre, a renovar ahora mismo su encuentro personal con Jesucristo o, al menos, a tomar la decisión de dejarse encontrar por Él, de intentarlo cada día sin descanso. No hay razón para que alguien piense que esta invitación no es para él, porque "nadie queda excluido de la alegría reportada por el Señor".
Al que arriesga, el Señor no lo defrauda, y cuando alguien da un pequeño paso hacia Jesús, descubre que Él ya esperaba su llegada con los brazos abiertos. Éste es el momento para decirle a Jesucristo: «Señor, me he dejado engañar, de mil maneras escapé de tu amor, pero aquí estoy otra vez para renovar mi alianza contigo. Te necesito. Rescátame de nuevo, Señor, acéptame una vez más entre tus brazos redentores». ¡Nos hace tanto bien volver a Él cuando nos hemos perdido! Insisto una vez más: Dios no se cansa nunca de perdonar, somos nosotros los que nos cansamos
de acudir a su misericordia. Aquel que nos invitó a perdonar "setenta veces siete" (Mt 18,22) nos da ejemplo: Él perdona setenta veces siete. Nos vuelve a cargar sobre sus hombros una y otra vez. Nadie podrá quitarnos la dignidad que nos otorga este amor infinito e inquebrantable.
Él nos permite levantar la cabeza y volver a empezar, con una ternura que nunca nos desilusiona y que siempre puede devolvernos la alegría. No huyamos de la resurrección de Jesús, nunca nos declaremos muertos, pase lo que pase. ¡Que nada pueda más que su vida que nos lanza hacia adelante!
2. El gran riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta de consumo, es una tristeza individualista que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres superficiales, de la conciencia aislada. Cuando la vida interior se clausura en los propios intereses, ya no hay espacio para los demás, ya no entran los pobres, ya no se escucha la voz de Dios, ya no se goza la dulce alegría de su amor, ya no palpita el entusiasmo por hacer el bien. Los creyentes también corren ese riesgo, cierto y permanente. Muchos caen en él y se convierten en seres resentidos, quejosos, sin vida. Ésa no es la opción de una vida digna y plena, ése no es el deseo de Dios para nosotros, ésa no es la vida en el Espíritu que brota del corazón de Cristo resucitado.
3. Invito a cada cristiano, en cualquier lugar y situación en que se encuentre, a renovar ahora mismo su encuentro personal con Jesucristo o, al menos, a tomar la decisión de dejarse encontrar por Él, de intentarlo cada día sin descanso. No hay razón para que alguien piense que esta invitación no es para él, porque "nadie queda excluido de la alegría reportada por el Señor".
Al que arriesga, el Señor no lo defrauda, y cuando alguien da un pequeño paso hacia Jesús, descubre que Él ya esperaba su llegada con los brazos abiertos. Éste es el momento para decirle a Jesucristo: «Señor, me he dejado engañar, de mil maneras escapé de tu amor, pero aquí estoy otra vez para renovar mi alianza contigo. Te necesito. Rescátame de nuevo, Señor, acéptame una vez más entre tus brazos redentores». ¡Nos hace tanto bien volver a Él cuando nos hemos perdido! Insisto una vez más: Dios no se cansa nunca de perdonar, somos nosotros los que nos cansamos
de acudir a su misericordia. Aquel que nos invitó a perdonar "setenta veces siete" (Mt 18,22) nos da ejemplo: Él perdona setenta veces siete. Nos vuelve a cargar sobre sus hombros una y otra vez. Nadie podrá quitarnos la dignidad que nos otorga este amor infinito e inquebrantable.
Él nos permite levantar la cabeza y volver a empezar, con una ternura que nunca nos desilusiona y que siempre puede devolvernos la alegría. No huyamos de la resurrección de Jesús, nunca nos declaremos muertos, pase lo que pase. ¡Que nada pueda más que su vida que nos lanza hacia adelante!
viernes, 22 de noviembre de 2013
jueves, 21 de noviembre de 2013
Enrique Angelelli, un obispo mártir
El obispo Angelelli
"Agua fresca para el pueblo sediento"
"Su voz resuena aún como un grito en favor de los pobres"
Josep Miquel Bausset, 21 de noviembre de 2013
Sus gestos proféticos, su proximidad a los pobres y a la clase obrera, hacían de el un obispo pastor de las periferias, solícito por el pueblo
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Enrique Angelelli
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Pablo VI y Angelelli
Enrique Angelelli
Pablo VI y Angelelli
(Josep M. Bausset).- El pasad día 4, comenzó el juicio por el asesinato del obispo Enrique Angelelli, que tuvo lugar el 4 de agosto de 1976, mientras viajaba en una camioneta desde Chamical a La Rioja. Aquel asesinato, del cual ahora se acusa al exjefe del Tercer Cuerpo del Ejército, fue camuflado por el gobierno como un accidente de tráfico.
Angelelli nació en la ciudad argentina de Córdoba el 17 de julio de 1923. El 1928 ingresó en el Seminario y fue ordenado presbítero en Roma, donde ampliaba estudios, el 1949. De regreso a Argentina, trabajó con la Juventud Obrera Católica y la Juventud Universitaria Católica.
El 1961, el papa Juan XXIII lo nombró obispo auxiliar de Córdoba y como tal participó en el Vaticano II. Su fidelidad al Evangelio y la renovación conciliar que llevó a la diócesis, eren como el agua fresca en un pueblo sediento de la Buena Noticia de Jesús de Nazaret.
Sus gestos proféticos, su proximidad a los pobres y a la clase obrera, hacían de el un obispo pastor de las periferias, solícito por el pueblo. Una vez que lo invitaron a bendecir una comunidad religiosa en una cantera de cal, el obispo Angelelli prefirió compartir la mesa de los obreros en vez de la de los amos.
En otra ocasión, cuando fue llamado para hacer de mediador en un conflicto laboral, en el cual los patronos pensaban que se pondría de su parte, el obispo Angelelli les dijo: "Si estas injusticias continuan, un día, estaremos juntos en el paredón: ustedes por no haber practicado la justicia y nosotros por no haber sabido defenderla".
El 1968, cuando fue nombrado obispo de La Rioja, decía: "Orad por mi para que sea el obispo de todos, de los católicos y de los no católicos, de los que creen y de los que no creen. No vengo a ser servido sino a servir. A servir a todos, sin diferencias. Quiero ser servidor de los pobres". Y decía también: "Para servir, hace fatal tener un oído atento al Evangelio y el otro al pueblo".
Su denuncia profética molestó a les clases dominantes, ya que el obispo Angelelli decía: "Existen unos que no tienen voz, que son marginados y explotados y otros, que tienen privilegios y que explotan a sus hermanos. ¿Eso lo quiere Dios?¡¡No!!".
Cuando el año 1971 el gobierno permitió la transmisión de la misa del Gallo, el obispo Enrique dijo: "Esta noche la gente del campo no ha podido seguir la misa. La han prohibido porque tienen miedo de la misa y creen que es peligrosa. Cristo, tu eres peligroso".
El obispo Enrique promovió escuelas rurales y cooperativas, y denunció el narcotráfico, la prostitución, la usura y las condiciones laborales de algunas fincas.
Cuando fueron detenidos los sacerdotes Gill y Praolini el 1972, el obispo Enrique encabezó una manifestación para exigir la liberación de los dos presbíteros. El 1973, él mismo y diversos sacerdotes así como también cristianos comprometidos fueron agredidos por un grupo de terratenientes.
Ante la campaña de difamación contra el obispo Enrique, el papa Pablo VI le manifestó su apoyo.
Cuando el 24 de marzo de 1976 el ejército argentino dio el golpe de estado, algunos le aconsejaron que se escondiese, pero el obispo Angelelli dijo: "Si se esconde el pastor, vendrán y mataran a las ovejas". Por eso no huyó.
El 4 de julio asesinaron a cinco religiosos y el 18, a dos capellanes. El 4 de agosto següente, Angelelli fue asesinado, aunque el gobierno lo disfrazó como si hubiese sido un accidente. La carpeta que llevaba el obispo Enrique, que no se encontró, fue vista después en el despacho del general Harguindeguy, ministro de Justicia.
30 años después del asesinato del obispo Angelelli, el 4 de agosto de 2006, el cardenal Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires, presidía la Eucaristía en memoria del obispo Enrique y de los asesinados por la dictadura argentina. El cardenal Jorge Mario Bergoglio en su homilía, hablaba de una "Iglesia que esse hizo sangre en Wenceslao, Carlos, Daniel (asesinados antes que Angelelli) y que finalmente se hizo sangre en su pastor".
La voz libre del obispo Enrique Angelelli, como un nuevo profeta, nos remite al Evangelio y a la lucha por la justicia, la libertad y la defensa de los Derechos Humanos. La voz del obispo Enrique y su testimonio evangélico, resuenan aún en nuestro mundo, como un grito a favor de los pobres y de los marginados y en contra de los opresores
Angelelli nació en la ciudad argentina de Córdoba el 17 de julio de 1923. El 1928 ingresó en el Seminario y fue ordenado presbítero en Roma, donde ampliaba estudios, el 1949. De regreso a Argentina, trabajó con la Juventud Obrera Católica y la Juventud Universitaria Católica.
El 1961, el papa Juan XXIII lo nombró obispo auxiliar de Córdoba y como tal participó en el Vaticano II. Su fidelidad al Evangelio y la renovación conciliar que llevó a la diócesis, eren como el agua fresca en un pueblo sediento de la Buena Noticia de Jesús de Nazaret.
Sus gestos proféticos, su proximidad a los pobres y a la clase obrera, hacían de el un obispo pastor de las periferias, solícito por el pueblo. Una vez que lo invitaron a bendecir una comunidad religiosa en una cantera de cal, el obispo Angelelli prefirió compartir la mesa de los obreros en vez de la de los amos.
En otra ocasión, cuando fue llamado para hacer de mediador en un conflicto laboral, en el cual los patronos pensaban que se pondría de su parte, el obispo Angelelli les dijo: "Si estas injusticias continuan, un día, estaremos juntos en el paredón: ustedes por no haber practicado la justicia y nosotros por no haber sabido defenderla".
El 1968, cuando fue nombrado obispo de La Rioja, decía: "Orad por mi para que sea el obispo de todos, de los católicos y de los no católicos, de los que creen y de los que no creen. No vengo a ser servido sino a servir. A servir a todos, sin diferencias. Quiero ser servidor de los pobres". Y decía también: "Para servir, hace fatal tener un oído atento al Evangelio y el otro al pueblo".
Su denuncia profética molestó a les clases dominantes, ya que el obispo Angelelli decía: "Existen unos que no tienen voz, que son marginados y explotados y otros, que tienen privilegios y que explotan a sus hermanos. ¿Eso lo quiere Dios?¡¡No!!".
Cuando el año 1971 el gobierno permitió la transmisión de la misa del Gallo, el obispo Enrique dijo: "Esta noche la gente del campo no ha podido seguir la misa. La han prohibido porque tienen miedo de la misa y creen que es peligrosa. Cristo, tu eres peligroso".
El obispo Enrique promovió escuelas rurales y cooperativas, y denunció el narcotráfico, la prostitución, la usura y las condiciones laborales de algunas fincas.
Cuando fueron detenidos los sacerdotes Gill y Praolini el 1972, el obispo Enrique encabezó una manifestación para exigir la liberación de los dos presbíteros. El 1973, él mismo y diversos sacerdotes así como también cristianos comprometidos fueron agredidos por un grupo de terratenientes.
Ante la campaña de difamación contra el obispo Enrique, el papa Pablo VI le manifestó su apoyo.
Cuando el 24 de marzo de 1976 el ejército argentino dio el golpe de estado, algunos le aconsejaron que se escondiese, pero el obispo Angelelli dijo: "Si se esconde el pastor, vendrán y mataran a las ovejas". Por eso no huyó.
El 4 de julio asesinaron a cinco religiosos y el 18, a dos capellanes. El 4 de agosto següente, Angelelli fue asesinado, aunque el gobierno lo disfrazó como si hubiese sido un accidente. La carpeta que llevaba el obispo Enrique, que no se encontró, fue vista después en el despacho del general Harguindeguy, ministro de Justicia.
30 años después del asesinato del obispo Angelelli, el 4 de agosto de 2006, el cardenal Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires, presidía la Eucaristía en memoria del obispo Enrique y de los asesinados por la dictadura argentina. El cardenal Jorge Mario Bergoglio en su homilía, hablaba de una "Iglesia que esse hizo sangre en Wenceslao, Carlos, Daniel (asesinados antes que Angelelli) y que finalmente se hizo sangre en su pastor".
La voz libre del obispo Enrique Angelelli, como un nuevo profeta, nos remite al Evangelio y a la lucha por la justicia, la libertad y la defensa de los Derechos Humanos. La voz del obispo Enrique y su testimonio evangélico, resuenan aún en nuestro mundo, como un grito a favor de los pobres y de los marginados y en contra de los opresores
lunes, 18 de noviembre de 2013
"La Alegría del Evangelio", primera exhortación apostólica de Francisco
Francisco y la defensa de la alegría
"Evangelii Gaudium" verá la luz el 26 de noviembre, tras clausurar el Año de la Fe
El documento será entregado el domingo a un grupo de 36 personas de los cinco continentes
Redacción, 18 de noviembre de 2013 a las 16:01
Entre ellos, estará presente en la misa el escultor japonés Etsuro Sotoo, encargado de realizar algunas de las obras en la Sagrada Familia de Barcelona (España) Anna Gulak, una joven pintora polaca/
Francisco publicará el próximo 26 de noviembre su primera exhortación apostólica (documento pontificio) con motivo de la clausura del año de la fe y que llevará el nombre de "Evangelii Gaudium" ("La alegría del Evangelio").
Así lo anunció hoy el presidente del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización, Rino Fisichella, en una rueda de prensa para presentar los actos de la clausura del año de la fe, que ha celebrado la Iglesia católica.
Fisichella explicó que este documento pontificio, el segundo del papa argentino después de la encíclica "Lumen Fidei", escrita junto con el pontífice emérito Benedicto XVI, será entregada simbólicamente este domingo, tras la misa de clausura del año de la Fe, a un grupo de 36 personas, representantes de los cinco continentes.
Los primeros en recibir el primer documento del papa argentino serán un obispo, un sacerdote y un diácono procedentes de Letonia, Tanzania y Australia respectivamente.
Después será entregada a un grupo de religiosos, a jóvenes confirmandos, a un seminarista, a una novicia, a una familia a catequistas y a otros representantes del mundo católico, mientras que una versión audio de la carta será entregada a una persona ciega.
También se les dará a algunos artistas, "para subrayar el valor de la belleza como forma privilegiada de evangelización", explicó Fisichella.
Entre ellos, estará presente en la misa el escultor japonés Etsuro Sotoo, encargado de realizar algunas de las obras en la Sagrada Familia de Barcelona (España) Anna Gulak, una joven pintora polaca.
(RD/Agencias)
sábado, 16 de noviembre de 2013
Se cumplen 24 años del asesinato de sacerdotes jesuitas, de Julia Elba y Celina Ramos
Recuerdo a los mártires de la UCA
"Ellacuría debe ser eliminado y no quiero testigos"
Francisco podría beatificar en breve a los "mártires de la UCA" junto a monseñor Romero
Jesús Bastante, 16 de noviembre de 2013
Después de ordenar a cinco de los sacerdotes que se echaran boca abajo sobre una lomita cubierta de hierba, dos soldados les dispararon, uno por uno. A pocos metros de distancia, otro soldado mató a Elba Ramos, quien abrazaba a su hija Celina
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Fieles católicos portan un cuadro de Ellacuría
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Procesión con un retrato de Ellacuría
Fieles católicos portan un cuadro de Ellacuría
(Jesús Bastante).- El 16 de noviembre de 1989, mercenarios del Ejército salvadoreño, bajo el mando de los coroneles Ponce, Montano y Benavides, asesinaban en la Universidad Centroamericana de El Salvador (UCA) a los jesuitas Ignacio Ellacuría, Ignacio Martín Baró, Segundo Montes, Amando López, Juan Ramón Moreno y Joaquín López, al ama de llaves, Julia Elba, y a su hija Celina Mariceth.
Un brutal asesinato del que hoy se cumplen 24 años. Los "mártires de la UCA" son recordados en todo el mundo, y poco a poco conocemos más detalles de su martirio. Hoy es un día de especial recuerdo y oración entre las casas jesuitas. Francisco tendrá un recuerdo para Ellacuría y los suyos, que pronto podrían subir a los altares, junto a Óscar Romero.
Entretanto, y por su interés, les ofrecemos extractos del informe "El Coronel Montano y la orden de matar", de la "testigo experto ", la profesora Terry Karl. Todos los documentos relacionados con el juicio forman parte del dominio público y se puede encontrar (en su mayoría en inglés) en el sitio Web del Centro de Justicia y Responsabilidad.
El coronel Montano y la orden de matar
Testimonio de la Dra. Terry Karl
Un brutal asesinato del que hoy se cumplen 24 años. Los "mártires de la UCA" son recordados en todo el mundo, y poco a poco conocemos más detalles de su martirio. Hoy es un día de especial recuerdo y oración entre las casas jesuitas. Francisco tendrá un recuerdo para Ellacuría y los suyos, que pronto podrían subir a los altares, junto a Óscar Romero.
Entretanto, y por su interés, les ofrecemos extractos del informe "El Coronel Montano y la orden de matar", de la "testigo experto ", la profesora Terry Karl. Todos los documentos relacionados con el juicio forman parte del dominio público y se puede encontrar (en su mayoría en inglés) en el sitio Web del Centro de Justicia y Responsabilidad.
El coronel Montano y la orden de matar
Testimonio de la Dra. Terry Karl
El Coronel Montano era parte del pequeño núcleo de oficiales élite, uno de los cuales dio la orden oficial de "matar a Ellacuría y no dejar testigos ", el 15 de noviembre de 1989. Pero incluso antes de que el alto mando diera esta orden oficial, se ejercía presión para que se llevaran a cabo estos y otros asesinatos. La cantidad de gente fuera de las instalaciones del Estado Mayor que tenía algún conocimiento previo de que los jesuitas serían asesinados, incluso antes de que se diera la orden, indica que ya se había empezado la planificación. Según informes de la Embajada de EE.UU., la CIA y oficiales salvadoreños, se llevó a cabo otra reunión en la Escuela Militar a las 2:00 PM, en la que se tomaron decisiones importantes. Posteriormente, se realizaron reuniones más pequeñas de los altos mandos y al interior del círculo de la Tandona, incluyendo al viceministro Montano. Estas reuniones se llevaron a cabo durante toda la tarde y la noche para poner en práctica planes para bombardeos, ataques contra líderes políticos, y una acción en contra de los jesuitas de la UCA. Estos planes incluían la creación de un perímetro de fuerzas de seguridad alrededor de la UCA.
Durante las últimas horas del 15 de noviembre, en una reunión general, el jefe del Estado Mayor, Ponce (el líder reconocido de la Tandona quien era conocido por consultar con su círculo íntimo) autorizó la eliminación de cabecillas, sindicalistas y dirigentes conocidos del FMLN. Más tarde, como cuentan los juristas de la Comisión de la Verdad en una narrativa basada en sus entrevistas confidenciales con los testigos:
"Después de la reunión, los oficiales se quedaron en la habitación hablando en grupos. Uno de estos grupos consistía en el Coronel René Emilio Ponce, el General Juan Rafael Bustillo, el Coronel Francisco Elena Fuentes, el Coronel Juan Orlando Zepeda y el Coronel Inocente Orlando Montano. El Coronel Ponce llamó al coronel Guillermo Alfredo Benavides y, delante de los otros cuatro oficiales, le ordenó eliminar al Padre Ellacuría sin dejar testigos".
Según confesiones posteriores hechas por soldados acusados de los asesinatos, el coronel Benavides salió de esta reunión en el Estado Mayor e informó a los oficiales del Colegio Militar que se le había dado la siguiente orden: "Él [Ellacuría] debe ser eliminado y no quiero testigos".
Toda la operación duró aproximadamente una hora. La unidad de comandos del Atlacatl hizo el viaje de cinco minutos de la base militar a la UCA, haciendo muy poco esfuerzo para ocultar su operativo en una zona patrullada por decenas de otras tropas militares y de las fuerzas de seguridad y rodeados por un perímetro de seguridad. El Padre Martín-Baró abrió la puerta de la residencia, dejando voluntariamente que entraran los soldados. Después de ordenar a cinco de los sacerdotes que se echaran boca abajo sobre una lomita cubierta de hierba, dos soldados les dispararon, uno por uno. A pocos metros de distancia, otro soldado mató a Elba Ramos, quien abrazaba a su hija Celina. El teniente José Ricardo Espinoza Guerra, el único soldado que se había cubierto el rostro con grasa de camuflaje, confesó después que él dejó el recinto universitario en lágrimas: el Padre Segundo Montes, que ahora yacía muerto en el suelo, había sido el rector cuando él era estudiante en el Externado de San José. Otro de los actores materiales recordó que los sacerdotes no se veían peligrosos, ya que estaban "bastante viejos, sin armas " y "en pijama". Pero él dijo que su coronel le había dicho que los sacerdotes eran "delincuentes terroristas ", y que eran "sus cerebros lo que importaba". Todos los cuerpos se encontraron con disparos en la cabeza. Un sexto sacerdote murió rogando por su vida mientras los soldados llevaban a cabo una confrontación ficticia para tratar de culpar al FMLN.
viernes, 15 de noviembre de 2013
miércoles, 13 de noviembre de 2013
Se salvó de morir entre balas y machetes
Sábado, 09 Noviembre 2013
Por Gloria Marisela Morán
http://www.contrapunto.com.sv/ddhh/se-salvo-de-morir-entre-balas-y-machetes
Ana Esther es sobreviviente de la masacre de Santa Cruz en Cabañas, ocurrida en 1981
Por Gloria Marisela Morán
http://www.contrapunto.com.sv/ddhh/se-salvo-de-morir-entre-balas-y-machetes
El 11 de noviembre de 1981 dio inició un calvario que duró nueve días en el Cantón Santa Marta, Victoria, en el departamento de Cabañas. Ana Esther Hernández, una de las sobrevivientes a esa matanza, ahora conocida como la masacre de Santa Cruz, interpuso una demanda ante la Fiscalía General de la República (FGR) exigiendo que investiguen los hechos.
“Yo vi cuando las quemaron, porque primero hicieron el fuego cruzado donde fue toda la matanza, tipo cinco de la mañana, habían niños que lloraban y cuando los oían llegaban y los mataban, yo oía cuando pegaban en las cabeza, se escuchaba como que eran ayotes los que partían. No atinaban si eran niños o adultos, les daban a los que quedaban agonizando. A las mamás les mataban a los niños en sus brazos”, cuenta la mujer de e 49 años.
Continuó diciendo “yo me salvé de las balas, las bombas, el fuego porque salí corriendo con mi hija de siete meses en brazos, mi esposo iba detrás. En medio del fuego nos fuimos saliendo, porque ahí caían granadas, caían balas, ráfagas, tiro con tiro. En cada tiroteo yo salía corriendo, me iba detrás de unos palos, ahí me quedaba agachada, cuando el fuego cesaba, pegaba carrera a otro palo hasta que logré salir. Yo con el poder de Dios me pude defender de esa masacre”.
Centenares de personas fueron masacradas durante un operativo conjunto de fuerzas gubernamentales. Pero Ana Esther llegó a la FGR de Santa Elena junto a personal del Instituto de Derechos Humanos de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” (IDHUCA) a denunciar a Sigifrido Ochoa Pérez, ex militar y actual diputado de la Asamblea Legislativa, por la muerte de cinco familiares de ella.
Junto a la denunciante, además del IDHUCA, estaba a Fundación Internacional Baltasar Garzón y el Centro de Derechos Humanos de la Universidad de Washington.
Benjamín Cuellar del IDHUCA declaró que en lo que va del año han presentado a la FGR más de 43 casos de masacres ocurridas durante la guerra.
La historia contada por la sobreviviente
Ana Esther es una mujer de piel blanca, tiene 49 años de edad y aseveró que es una de las pocas sobrevivientes a esa masacre “yo vi cuando toda esa gente murió y cuando a toda esa gente la recogieron y la quemaron”.
Al recordar lo sucedido dijo: “me siento mal porque ahí murió gente indefensa, gente que no se metía en nada, gente así como cualquier persona humilde. Recuerde que en la guerra por temor a la muerte todo mundo andaba huyendo, no queríamos morir. Teníamos que irnos a buscar para qué lado agarrábamos, yo sé que es una vida divina la que tenemos, y no es justo que otra se la quite, por eso tratamos de defenderla”.
“Fue el Batallón Atlacatl, Ochoa Pérez era uno de los que comandaba eso, y el teniente Gallegos, era el mero macizo que andaba con todo el ejército asesinando a todo el que se le ponía enfrente. Es por eso que venimos a poner la denuncia porque esas es una injusticia, porque no es justo que la gente que dio la vida o se la arrebataron no tengan justicia”, no dudo en acusar a quienes según ella fueron los hechores.
Ana Esther aseveró que por todo lo que vivieron en ese lugar y en nombre de todas las víctimas piden justicia porque “no puede ser que esas personas que dañaron a tantos estén en buenos lugares y que tengan poder. No es posible que haya muchas víctimas que nunca logramos nada, solo nos quedó el sufrimiento, el dolor en el corazón. Porque a mí de mi familia murieron 40 familiares en diferentes masacres; en la de Santa Cruz murieron ocho. Yo vi cuando los quemaron”
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