Francisco vuelve a reivindicar la alegría de la fe durante un Angelus
"La Iglesia no es un refugio para gente triste. La Iglesia es la casa de la alegría"
"Siempre podemos empezar de nuevo, volver a abrir los ojos, superar la tristeza y el llanto"
Jesús Bastante, 15 de diciembre de 201
(J. Bastante/Agencias).- "Me siento mal viendoos bajo la lluvia. Sabed que estoy ahí con vosotros. Y cuando recéis, recordadme, igual que yo me acuerdo de vosotros". Miles de niños esperaban bajo la lluvia romana las palabras de Francisco durante el Angelus. Unas palabras que volvieron a mostrar la defensa de la alegría de la fe pese a las dificultades, porque "la Iglesia no es un refugio para gente triste. La Iglesia es la casa de la alegría".
Miles de niños romanos acudieron a la plaza de San Pedro a la tradicional bendición de los nacimientos, y se encontraron a un Papa rendido a sus pies. Ante ellos, Francisco reivindicó el "coraje" de los que creen, porque "Dios muestra siempre la grandeza de su misericordia". "El mensaje cristiano se llama Evangelio, o sea, 'buena noticia', un anuncio de alegría para todos", proclamó el Obispo de Roma.
"Pero la del Evangelio no es una alegría cualquiera", explicó el Papa, sino que "encuentra su razón en el saberse acogidos y amados por Dios. Como nos recuerda hoy, el profeta Isaías, Dios es el que viene a salvarnos y presta socorro especialmente a los descorazonados. Por grandes que puedan ser nuestros límites y nuestra confusión y desaliento, no se nos permite ser débiles y vacilantes ante las dificultades y ante nuestras propias debilidades. Por el contrario -dijo-,se nos invita a fortalecer nuestras manos, a hacer firmes nuestras rodillas, a tener coraje y a no temer, porque nuestro Dios muestra siempre la grandeza de su misericordia. Gracias a su ayuda, siempre podemos empezar de nuevo, volver a abrir los ojos, superar la tristeza y el llanto, y cantar un canto nuevo".
Francisco también explicó que esta alegría verdadera permanece siempre también en la prueba, incluso en el sufrimiento, porque no es superficial, sino que llega a lo más profundo de la persona que se encomienda a Dios y confía en Él. "La alegría cristiana, como la esperanza, tiene su fundamento en la fidelidad de Dios, en la certeza de que Él mantiene siempre sus promesas". Cuantos han encontrado a Jesús, a lo largo del camino, experimentan en el corazón una serenidad y una alegría, de la que nada ni nadie puede privarlos -manifestó. "Por lo tanto, cuando un cristiano se vuelve triste, quiere decir que se ha alejado de Jesús. ¡Pero entonces no hay que dejarlo solo! Tenemos que rezar por él y hacerle sentir la calidez de la comunidad".
Para concluir exhortando a rogar a la Virgen María que nos ayude a acelerar nuestros pasos hacia Belén para encontrar al Niño que ha nacido para nosotros, para la salvación y la alegría de todos los hombres. Y pidió que "ella nos obtenga vivir la alegría del Evangelio en las familias, en el trabajo, en las parroquias y en todos los ambientes. ¡Una alegría íntima, hecha de estupor y ternura. La misma que siente una mamá cuando mira a su niño recién nacido y siente que es un don de Dios, un milagro que sólo puede agradecer!"
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