lunes, 5 de mayo de 2014

Cazadores de sueños... Inspirado en los niños de San Luis de La Reina

Cuento:
Cazadores de sueños

Cuenta la historia,  que cuando la luna indicaba las siete de la noche, en un rincón del mundo llamado el pulgarcito de América, salían de sus refugios  un grupo de pequeños cazadores de sueños.
Cada uno era diferente al otro, cada uno con sus propias habilidades. Unos un poco más altos, y otros más chiquititos. Unos un poco gorditos y otros muy delgaditos, pero todos con un mismo fin.
Era parte del grupo una pequeña gruñona con mejillas coloradas, intentaba que las cosas siempre salieran bien, pero su genio era complicado, los otros cazadores no dudaban en hacer caso a sus propuestas para no ver la frente torcida de aquella. La otra era la más pequeñita de todas, muy observadora, serena, y cuya arma principal era su dulzura. Entre ellos también se encontraba un diminuto corredor, ahí, como él solo, usaba un par de chancletas  retorcidas que sonaban a cada trotecito, pero que de ninguna manera impedían que aquella velocidad perdiera intensidad. Junto a ellos muchos más, que no terminaría de describir.
Hubo uno que se destacaba, el pelito  liso, era el más osado de todos, incansable, indetenible, libré sin más. Él fue el primero que me atrapo haciendo que llegaran uno a uno a llevarse mis sueños para devolvérmelos llenos de felicidad.
Puse atención a su forma de trabajo, primero buscan al indicado; un adulto que fácilmente se deje seducir  a su encanto; con un pequeño puyón de su dedo índice en cualquier parte del cuerpo de la víctima, este ya estará lleno de magia, hipnotizado ya no podrá mostrar ningún gesto de rechazo, lo único que puede hacer es sonreír.
Sentada junto al árbol recibí el primer puyón, mi mirada dio vuelta, mientras el pelito liso  corría buscando que fuera tras de él. Así de pronto ya no fue un puyón  sino varios, se iban acercando uno a uno robándose hasta la última gotita de mi cansancio.
Cuando me di cuenta ya no era la única, un grupo de tres o más no paraban de reír mirando la gracia de aquellos pequeños cazadores, nos había dejado a todos sin nada que pensar, los sueños de grandes ya no existían más, ahora eran mentes en blanco que daban paso a carcajadas.
Nos tenían dominados, hacíamos lo que ellos querían, dulces, caramelos, muñecos y más, eran para ellos, hasta una historia lograron sacar de nuestras mentes, entonces fue cuando descubrí lo que buscaban.
Este grupo de chiquitines, se robaban los sueños para devolverlos como estrellas  en el cielo.


Es está la historia que cuento, un grupo de niños que noche a noche buscan transformar los sueños vacíos y apagados de un pueblo sufrido, en un millón de luces que estallan en el cielo como pólvora en fiesta, llenando de alegría a mujeres trabajadoras después de sus largas jornadas en el hogar. A hombres que regresan después de un día cansado y no muy bien pagado, a abuelitas que con tristeza esperan el regreso de los suyos que se fueron al norte. A todos ellos los llenan de luz y pintan en sus rostros la esperanza de un presente distinto y un futuro mejor.

Desde ese día cada vez que pienso en ese rinconcito del mundo recuerdo a mis cazadores de sueños.

Inspirado en los niños de San Luis de la Reina, San Miguel, El Salvador.


Dedicado a todas las mujeres admirables que resisten dignas y fuertes en ese rinconcito del mundo.

                               La Krytu

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