Cuento:
Cazadores
de sueños
Cuenta la historia, que cuando la luna indicaba las siete de la
noche, en un rincón del mundo llamado el pulgarcito de América, salían de sus
refugios un grupo de pequeños cazadores
de sueños.
Cada uno era diferente al otro, cada uno con sus propias
habilidades. Unos un poco más altos, y otros más chiquititos. Unos un poco
gorditos y otros muy delgaditos, pero todos con un mismo fin.
Era parte del grupo una pequeña gruñona con mejillas
coloradas, intentaba que las cosas siempre salieran bien, pero su genio era
complicado, los otros cazadores no dudaban en hacer caso a sus propuestas para
no ver la frente torcida de aquella. La otra era la más pequeñita de todas, muy
observadora, serena, y cuya arma principal era su dulzura. Entre ellos también
se encontraba un diminuto corredor, ahí, como él solo, usaba un par de
chancletas retorcidas que sonaban a cada
trotecito, pero que de ninguna manera impedían que aquella velocidad perdiera
intensidad. Junto a ellos muchos más, que no terminaría de describir.
Hubo uno que se destacaba, el pelito liso, era el más osado de todos, incansable,
indetenible, libré sin más. Él fue el primero que me atrapo haciendo que
llegaran uno a uno a llevarse mis sueños para devolvérmelos llenos de
felicidad.
Puse atención a su forma de trabajo, primero buscan al
indicado; un adulto que fácilmente se deje seducir a su encanto; con un pequeño puyón de su dedo
índice en cualquier parte del cuerpo de la víctima, este ya estará lleno de
magia, hipnotizado ya no podrá mostrar ningún gesto de rechazo, lo único que
puede hacer es sonreír.
Sentada junto al árbol recibí el primer puyón, mi mirada
dio vuelta, mientras el pelito liso corría buscando que fuera tras de él. Así de pronto
ya no fue un puyón sino varios, se iban
acercando uno a uno robándose hasta la última gotita de mi cansancio.
Cuando me di cuenta ya no era la única, un grupo de tres
o más no paraban de reír mirando la gracia de aquellos pequeños cazadores, nos
había dejado a todos sin nada que pensar, los sueños de grandes ya no existían
más, ahora eran mentes en blanco que daban paso a carcajadas.
Nos tenían dominados, hacíamos lo que ellos querían,
dulces, caramelos, muñecos y más, eran para ellos, hasta una historia lograron
sacar de nuestras mentes, entonces fue cuando descubrí lo que buscaban.
Este grupo de chiquitines, se robaban los sueños para
devolverlos como estrellas en el cielo.
Es está la historia que cuento, un grupo de niños que
noche a noche buscan transformar los sueños vacíos y apagados de un pueblo
sufrido, en un millón de luces que estallan en el cielo como pólvora en fiesta,
llenando de alegría a mujeres trabajadoras después de sus largas jornadas en el
hogar. A hombres que regresan después de un día cansado y no muy bien pagado, a
abuelitas que con tristeza esperan el regreso de los suyos que se fueron al
norte. A todos ellos los llenan de luz y pintan en sus rostros la esperanza de
un presente distinto y un futuro mejor.
Desde ese día cada vez que pienso en ese rinconcito del
mundo recuerdo a mis cazadores de sueños.
Inspirado en los niños de San Luis de la Reina, San
Miguel, El Salvador.
Dedicado a todas las mujeres admirables que resisten
dignas y fuertes en ese rinconcito del mundo.
La Krytu
La Krytu
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