Francisco, contra el hambre en el mundo
"Ha llegado el momento de pensar y decidir a partir de cada persona y comunidad, y no desde la situación de los mercados"
Francisco arremete contra la "disminución general de la ayuda pública al desarrollo"
Jesús Bastante, 17 de octubre de 2014
(Jesús Bastante).- La crisis "nos hace pensar en la enorme cantidad de alimentos que se desperdician, en los productos que se destruyen, en la especulación con los precios en nombre del dios beneficio". El Papa Francisco envió una carta al director general de la FAO, José Graziano da Silva, con motivo de la Jornada Mundial de la Alimentación.
En la misma, el pontífice denuncia la "disminución general de la ayuda pública al desarrollo" como uno de los factores que, aún hoy, provocan que una de cada nueve personas en el mundo pasen hambre.
"Nunca como en este momento ha necesitado el mundo que las personas y las naciones se unan para superar las divisiones y los conflictos existentes, y sobre todo para buscar vías concretas de salida de una crisis que es global, pero cuyo peso soportan mayormente los pobres", subraya Francisco, quien sostiene la necesidad de "cambiar el paradigma de las políticas de ayuda y de desarrollo, modificar las reglas internacionales en materia de producción y comercialización de los productos agrarios".
"Ha llegado el momento de pensar y decidir a partir de cada persona y comunidad, y no desde la situación de los mercados", concluye el Pontífice, quien aboga por "una nueva idea de cooperación", que "debería interesar e implicar a los Estados, a las instituciones y a las organizaciones de la sociedad civil, así como a las comunidades de creyentes que, con múltiples iniciativas, viven a menudo con los últimos y comparten las mismas situaciones y privaciones, frustraciones y esperanzas".
Éste es el mensaje del Papa al Director General de la FAO
Al Señor José Graziano da SilvaDirector general de la FAO1. Un año más, la Jornada Mundial de la Alimentación se hace eco del grito de tantos hermanos y hermanas nuestros que en diversas partes del mundo no tienen el pan de cada día. Por otra parte, nos hace pensar en la enorme cantidad de alimentos que se desperdician, en los productos que se destruyen, en la especulación con los precios en nombre del dios beneficio. Es una de las paradojas más dramáticas de nuestro tiempo, a la que asistimos con impotencia, pero a menudo también con indiferencia, «incapaces de compadecernos ante los clamores de los otros, [...] como si todo fuera una responsabilidad ajena que no nos incumbe» (Evangelii Gaudium, 54).A pesar de los avances que se están realizando en muchos países, los últimos datos siguen presentando aún una situación inquietante, a la que ha contribuido la disminución general de la ayuda pública al desarrollo. Pero más allá de los datos, hay un aspecto importante del problema que no ha recibido todavía la debida consideración en las políticas y planes de acción: quienes sufren la inseguridad alimentaria y la desnutrición son personas y no números, y precisamente por su dignidad de personas, están por encima de cualquier cálculo o proyecto económico.También el tema propuesto por la FAO para la presente Jornada -Agricultura familiar: Alimentar al mundo, cuidar el planeta- pone de relieve la necesidad de partir de las personas, como individuos o como grupos, a la hora de proponer nuevas formas y modos de gestión de los diferentes aspectos de la alimentación. En concreto, es necesario reconocer cada vez más el papel de la familia rural y desarrollar todas sus potencialidades. Este año dedicado a la agricultura familiar, que ahora concluye, ha servido para constatar de nuevo que la familia rural puede responder a la falta de alimentos sin destruir los recursos de la creación. Pero, para ello, hemos de estar atentos a sus necesidades, no sólo técnicas, sino también humanas, espirituales, sociales y, por otra parte, tenemos que aprender de su experiencia, de su capacidad de trabajo y, sobre todo, de ese vínculo de amor, solidaridad y generosidad, que hay entre sus miembros y que está llamado a convertirse en un modelo para la vida social.
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