Daniel Sánchez Barbero junto a imágenes del beato Romero
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José Manuel Vidal, 15 de junio de 2015
(José Manuel Vidal).- Daniel Sánchez Barbero es un cura misionero que ha estado más de veinte años en El Salvador, desde los años inmediatamente posteriores al asesinato de Monseñor Romero. Acaba de regresar de la beatificación del santo de América, y nos va a contar cómo ha vivido esta experiencia.
Hablaremos de los sacerdotes de allí, que se consideran todos discípulos de Rutilio Grande; de cuando de Romero no se podía hablar mucho y de los organismos que ahora trabajan por preservar su memoria y ejemplo. También de España, en donde la Iglesia empieza a involucrarse en la transformación social, al contacto con el pueblo, como quiere Francisco. Sánchez Barbero, desde su compromiso con el Círculo de Espiritualidad de Podemos.
¿Qué ha significado para ti ver elevado a los altares oficiales a Romero?
La alegría ha sido estar con la gente en cuyos rostros se manifiesta el espíritu de Monseñor Romero. Ya todo el pueblo le consideraba santo, pero ha sido muy especial la oficialización. Lo bueno ha sido encontrarme con tanta gente, con tanta pastoral, con tanta Iglesia comprometida.
¿Cuántos años estuviste viviendo allí?
Desde el 83, veinticinco. Hasta el 2006. Los años siguientes he ido por meses.
Estuviste en la época más convulsa.
Toda la guerra, sí. Me tocó lo duro. Había comenzado en el 81.
¿Tuviste problemas con las autoridades? Con la derecha, imagino.
Sí, pero allí todo el mundo los tiene. Es normal. El que se compromete socialmente, ya está señalado. Hay que saber sobrevivir.
Pero me contabas que estuviste hasta impedido.
Lógicamente. A mí me tocó lo de las repoblaciones y era durante la guerra.
¿Qué es lo de las repoblaciones?
La gente que estaba en los refugios (el de Mesa Grande, por ejemplo, en Honduras; también en los seminarios había muchos refugiados) volvía a sus terrenos de origen con nuestra ayuda, desde las parroquias. Estando todo militarizado, claro, por la guerra, yo tenía que pasar hasta cuatro retenes militares para poder atender a la gente, acceder a las repoblaciones. Iba con todos los papeles certificados por el arzobispo, pero aún así pasar por los retenes era de fuerza mayor. La gente de las repoblaciones eran familiares de los que estaban en las guerrillas. Por eso los militares no les querían: sabían que apoyaban las guerrillas. Fueron años difíciles, hasta el 89, que fue la última ofensiva.
¿Estuviste en la parroquia de Rutilio Grande?
Sí, seis meses. Yo iba para apoyar, durante dos años, un proyecto de niños de la calle, y le dije al arzobispo que no podía tener parroquia. La parroquia la tengo en Madrid, en Vallecas. Pero me pidió por favor que fuera allí medio año, a Rutilio. Luego me vine a España, porque estaba mi hermana enferma, pero fue muy bonito.
¿Sigue viva la memoria de Rutilio?
Sigue muy viva. No sólo en la comunidad que lleva su nombre, sino que en otras es la principal inspiración. Incluso para grupos de desarrollo y promoción que no son de Iglesia. Su semilla está en todas partes.
¿Le van a beatificar?
Allí siempre se dice que no hay Romero sin Rutilio, y el Papa no se va a olvidar. Yo creo que sí.
¿Tanto influyó Rutilio en Romero?
Primero, porque eran muy amigos. Pero al margen del aprecio, Romero admiraba a Rutilio porque era el más preparado que había en la diócesis. Era rector del seminario, educaba a los sacerdotes. Vino a Bélgica, a hacerse la licenciatura en Lovaina. Después estuvo en Ecuador... Entonces, todo el proyecto de Medellín y de Vaticano II, que se concretó en América, Rutilio Grande lo comprendió como nadie. Cuando ya pasó a El Salvador, ya era alguien fundamental.
¿La muerte de Rutilio fue la que hizo cambiar a Romero?
Le hizo implicarse más. Por ejemplo, cuando los periodistas le preguntaban si era cierto que se convirtió con la muerte de Rutilio, él dijo aquello de "lo cierto es que vi más claro". Tuvo que ser un cambio brutal. J. Cortina dice que, aquella noche que estuvieron ante el cadáver de Rutilio, Romero no paró de llorar. "¿Qué te han hecho, Rutilio?". También dijo que, hasta que no se aclarase lo de la muerte de Rutilio, él no iba a participar en nada oficial con el gobierno. Y lo cumplió, y es cuando se fue comprometiendo más.
Después llegaron sus gestos proféticos, como el de la misa única, en contra del nuncio y de todos los obispos, con las comunidades, los sacerdotes y las religiosas. No sé si ahí, el compromiso de Romero, que iba en la línea del de Rutilio, superó al de Rutilio.
¿Ese compromiso le llevó a la muerte?
Sí, pero él lo sabía. Tenía claro que para eso estaba. No tenia miedo. Él no iba a abandonar a su pueblo en ninguna circunstancia. "Si me matan, ya resucitaré", decía siempre.
Fue un profeta y un abanderado de la justicia: si le mataron, fue porque denunciaba desde el lado de los oprimidos.
Por supuesto. Yo considero que, por eso, es un santo de hoy. No es el santo tradicional, es un profeta del Vaticano II, un activista político.
Hace unos años sería impensable hablar de un santo con estas cualidades nuevas. De hecho, a nivel de jerarquía se le quiso tapar. Ni se le nombraba.
Tengo en mi cuarto una acuarela que me hizo una pintora a partir de las fotografías que yo tengo de la tumba donde estaba antes Romero. Recuerdo que siempre estaba llena de flores, de gente y de velas. De tanta gente que iba, hubo que taparlo y lo metieron abajo, en la cripta. Lo escondieron en un rincón y a la gente le pareció una barbaridad. Tantas quejas hubo, que volvieron a cambiarle, ¡y no sé cuántas otras veces le han cambiado ya! Ahora está en un sitio digno pero pretendieron cerrarle, pretendieron que no se pudiera acceder a él.
Entonces, en ese sentido su beatificación es significativa. ¿Se corresponde con la nueva vía de la Iglesia?
Claro. La beatificación de Romero, la introducción de la de Hélder Câmara y todos los reconocimientos que van por ese camino.
ver entrevista completa:
http://www.periodistadigital.com/religion/mundo/2015/06/15/sanchez-barbero-romero-no-es-un-santo-tradicional-sino-moderno-un-santo-justiciero-iglesia-religion-salvador-biblia-doctrina-social-evangelio-espiritualidad-circulo-podemos-base.shtml
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