“Crecer misericordiosos como el Padre”, mensaje de Francisco para el Jubileo de los Jóvenes
El Papa pide a los jóvenes que "aspiren a grandes ideales"
Redacción, 14 de enero de 2016
Religión Digital
"Mantengan la esperanza en el Señor, con valentía para ir contra corrientey así poder sentir el gozo de ser sus testigos", es el aliento del Papa Francisco en su mensaje a los chicos y chicas que se preparan a celebrar el Jubileo de los Jóvenes en el marco del Año de la Misericordia. En su mensaje publicado la mañana de este jueves 14 de enero, el Santo Padre invitó a los jóvenes "a aspirar a grandes ideales, a preparar el corazón para poder meditar las palabras del Señor y vivir intensamente este Año Santo".
El evento es organizado por el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización en colaboración con el Servicio nacional italiano de pastoral juvenil. El 23 de abril estará dedicado a la peregrinación de la Misericordia. Los diversos grupos de jóvenes partirán de Castel Sant'Angelo y recorrerán la Vía de la Conciliación, en un camino penitencial, leyendo la Palabra de Dios y meditando. Una vez llegados a la Plaza de San Pedro podrán recibir el Sacramento de la Reconciliación, después, entrarán en la Basílica por la Puerta Santa para la profesión de fe en el Altar de la Confesión junto a la tumba de San Pedro.
A lo largo de su Jubileo, los jóvenes podrán visitar las plazas y lugares más significativos de Roma donde se colocarán una serie de instalaciones explicativas de las siete obras de misericordia corporales y espirituales y algunos testigos de la caridad les hablarán de cómo traducir la misericordia en actos concretos.
Este es el mensaje:
Crecer misericordiosos como el Padre
http://www.periodistadigital.com/religion/vaticano/2016/01/14/el-papa-pide-a-los-jovenes-que-aspiren-a-grandes-ideales-religion-iglesia-mensaje-jubileo.shtml
Queridos jóvenes:
La Iglesia está viviendo el Año Santo de la Misericordia, un tiempo de gracia, de paz, de conversión y de alegría que cocierne a todos: grandes y pequeños, cercanos y lejanos. No hay fronteras ni distancias que puedan impedir a la misericordia del Padre llegar a nosotros y hacerse presente entre nosotros. Ahora, la Puerta Santa ya está abierta en Roma y en todas las diócesis del mundo.
Este tiempo precioso también os atañe a vosotros, queridos jóvenes, y yo me dirijo a vosotros para invitaros a participar en él, a ser protagonistas, descubriendo que sois hijos de Dios (cf. 1 Jn 3,1). Quisiera llamaros uno a uno, quisiera llamaros por vuestro nombre, como hace Jesús todos los días, porque sabéis bien que vuestros nombres están escritos en el cielo (Lc 10,20), están grabados en el corazón del Padre, que es el Corazón Misericordioso del que nace toda reconciliación y toda dulzura.
El Jubileo es todo un año en el que cada momento es llamado santo, para que toda nuestra existencia sea santa. Es una ocasión para descubrir que vivir como hermanos es una gran fiesta, la más hermosa que podamos soñar, la celebración sin fin que Jesús nos ha enseñado a cantar a través de su Espíritu. El Jubileo es la fiesta a la que Jesús invita a todos, sin distinciones ni excepciones. Por eso he querido vivir también con vosotros algunas jornadas de oración y de fiesta. Por tanto, os espero el próximo mes de abril.
«Crecer misericordiosos como el Padre» es el título de vuestro Jubileo, pero es también la oración que hacemos por todos vosotros, acogiéndoos en el nombre de Jesús. Crecer misericordioso significa aprender a ser valiente en el amor concreto y desinteresado, comporta hacerse mayores tanto física como interiormente. Os estáis preparando para ser cristianos capaces de tomar decisiones y gestos valientes, capaces de construir todos los días, incluso en las pequeñas cosas, un mundo de paz.
Vuestra edad es una etapa de cambios increíbles, en la que todo parece posible e imposible al mismo tiempo. Os reitero con insistencia: «Permaneced estables en el camino de la fe con una firme esperanza en el Señor. Aquí está el secreto de nuestro camino. Él nos da el valor para caminar contra corriente. Lo estáis oyendo, jóvenes: caminar contra corriente. Esto hace bien al corazón, pero hay que ser valientes para ir contra corriente y él nos da esta fuerza [...] Con él podemos hacer cosas grandes y sentiremos el gozo de ser sus discípulos, sus testigos. Apostad por los grandes ideales, por las cosas grandes. Los cristianos no hemos sido elegidos por el Señor para pequeñeces. Hemos de ir siempre más allá, hacia las cosas grandes. Jóvenes, poned en juego vuestra vida por grandes ideales» (Homilía en la Misa de Confirmación, 28 abril 2013).
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