El artista mexicano Pedro Reyes convierte artefactos confiscados por el Ejército en instrumentos musicales
La guitarra eléctrica que sostiene Pedro Reyes
una vez fue el fusil que disparó plomo en un barrio de Ciudad Juárez. Y
también alguna vez fue la evidencia usada en un juicio por homicidio.
Ahora, es un instrumento musical que se exhibe en galerías de arte de
varios lugares del mundo como parte del proyecto Disarm
(Desarme) que el artista mexicano ha montado para convertir 6.700 armas
de fuego en artefactos de música. Son ametralladoras, rifles de caza,
lanza granadas, escopetas y rifles de asalto que han tomado forma de
marimbas, bajos, guitarras, flautas y panderetas. Y todas suenan, y
suenan bien.
Reyes (Ciudad de México, 1972) comenzó este proyecto en 2007 bajo el nombre de Palas por Pistolas. Eso ocurrió en la ciudad de Culiacán (capital del Estado mexicano de Sinaloa, al noreste del país, cuna del cartel de narcos más importante de México). Ahí consiguió la donación de 1.500 armas que fundió para convertirlas en el mismo número de palas para sembrar la misma cantidad de árboles. La gente que supo del proyecto, financiado por diversas instituciones, se peleaba para demostrar a Pedro que habían plantado un árbol, y que por ende tenían derecho a una pala, arteobjeto que antes fue metal que disparaba metal. Un par de años más tarde recibió una llamada del Ejército mexicano que le ofrecía miles de armas confiscadas en una de las ciudades más violentas del país para desarrollar una obra de arte. El también escultor sólo pudo pensar en una opción: de los cañones que significaron muerte en Ciudad Juárez ahora saldría música.
De la mano de herreros y músicos construyó instrumentos de viento, cuerdas y percusiones. Montó un concierto el pasado octubre en el que varios artistas tocaron los nuevos artefactos e interpretaron Imagine, de John Lennon, para entregar el mensaje del artista sobre que la cultura es la mejor medicina contra la violencia. “Lo que es necesario es darnos cuenta de que la cultura es una de las armas más poderosas contra la inseguridad. Si realmente queremos reconquistar el espacio público, debemos de pensar en la cultura como uno de los recursos más efectivos que existen para reconstruir el tejido social”, plantea Reyes en entrevista con EL PAÍS.
Un centenar de estos instrumentos se han presentado en las galerías de arte de Londres, Turquía, Corea del Sur y tan reciente como el mes pasado en la feria Zona Maco de la Ciudad de México. Después llegarán a Australia, Japón y Estados Unidos. El recorrido, asegura Reyes, no es sólo para mostrar que existe un problema de violencia asociado con la venta de armas, sino también con la silenciosa y millonaria industria armamentística. “Normalmente sólo oímos de la armas cuando se usan y ese es el lado visible de la violencia, pero el lado invisible es donde las armas se producen. Creo que tenemos que desarrollar una cultura de rechazo a la industria de las armas.”, afirma.
Los instrumentos musicales creados por el artista mexicano pesan mucho más que los tradicionales. A él le parece asombrosa la facilidad con la que cualquier persona se puede hacer con un arma en este país, las miles que el Ejército le entregó, y lo difícil que aún resulta disuadir de su uso, principalmente a los jóvenes. Su obra, explica, no estará completa hasta que logre integrar su idea en algunas comunidades de México y Estados Unidos, donde adolescentes puedan apropiarse del proyecto, construyan sus propios instrumentos y funden bandas musicales que los alejen del crimen. Este año comenzará con la impartición de talleres en lugares tan disímbolos como Pittsburgh (EEUU) y Querétaro (centro de México).
El 70% de las armas involucradas en crímenes en México tiene su origen en Estados Unidos. En medio del debate sobre el tráfico de estos artefactos en la frontera entre ambos países, Reyes está convencido que así como alguna vez la esclavitud pasó de ser lo usual a algo socialmente reprobable, la posesión y uso de armas lo será pronto. El tiempo, dice, siempre cambia las cosas. “Estados Unidos necesita reescribir su Segunda Enmienda porque se redactó en un contexto histórico que ya es muy diferente. Los mexicanos sí estamos en posición de exigir a Estados Unidos que cambien sus leyes porque nos afectan, además gran parte de su población también quiere esos cambios”, critica.
Entre las manos de Reyes ahora hay una flauta de pan cuyos tubos fueron una vez partes de un rifle. Es pesada y fría pero la sostiene por la empuñadura que tiene como base, apunta y sopla. El sonido dulce del instrumento se escapa unos instantes. Imposible imaginar la resonancia de un disparo. El artista ha conseguido dar un cambio de 180 grados al sentido de este objeto.
http://cultura.elpais.com/cultura/2013/05/04/actualidad/1367678249_039434.html
Reyes (Ciudad de México, 1972) comenzó este proyecto en 2007 bajo el nombre de Palas por Pistolas. Eso ocurrió en la ciudad de Culiacán (capital del Estado mexicano de Sinaloa, al noreste del país, cuna del cartel de narcos más importante de México). Ahí consiguió la donación de 1.500 armas que fundió para convertirlas en el mismo número de palas para sembrar la misma cantidad de árboles. La gente que supo del proyecto, financiado por diversas instituciones, se peleaba para demostrar a Pedro que habían plantado un árbol, y que por ende tenían derecho a una pala, arteobjeto que antes fue metal que disparaba metal. Un par de años más tarde recibió una llamada del Ejército mexicano que le ofrecía miles de armas confiscadas en una de las ciudades más violentas del país para desarrollar una obra de arte. El también escultor sólo pudo pensar en una opción: de los cañones que significaron muerte en Ciudad Juárez ahora saldría música.
De la mano de herreros y músicos construyó instrumentos de viento, cuerdas y percusiones. Montó un concierto el pasado octubre en el que varios artistas tocaron los nuevos artefactos e interpretaron Imagine, de John Lennon, para entregar el mensaje del artista sobre que la cultura es la mejor medicina contra la violencia. “Lo que es necesario es darnos cuenta de que la cultura es una de las armas más poderosas contra la inseguridad. Si realmente queremos reconquistar el espacio público, debemos de pensar en la cultura como uno de los recursos más efectivos que existen para reconstruir el tejido social”, plantea Reyes en entrevista con EL PAÍS.
Un centenar de estos instrumentos se han presentado en las galerías de arte de Londres, Turquía, Corea del Sur y tan reciente como el mes pasado en la feria Zona Maco de la Ciudad de México. Después llegarán a Australia, Japón y Estados Unidos. El recorrido, asegura Reyes, no es sólo para mostrar que existe un problema de violencia asociado con la venta de armas, sino también con la silenciosa y millonaria industria armamentística. “Normalmente sólo oímos de la armas cuando se usan y ese es el lado visible de la violencia, pero el lado invisible es donde las armas se producen. Creo que tenemos que desarrollar una cultura de rechazo a la industria de las armas.”, afirma.
Los instrumentos musicales creados por el artista mexicano pesan mucho más que los tradicionales. A él le parece asombrosa la facilidad con la que cualquier persona se puede hacer con un arma en este país, las miles que el Ejército le entregó, y lo difícil que aún resulta disuadir de su uso, principalmente a los jóvenes. Su obra, explica, no estará completa hasta que logre integrar su idea en algunas comunidades de México y Estados Unidos, donde adolescentes puedan apropiarse del proyecto, construyan sus propios instrumentos y funden bandas musicales que los alejen del crimen. Este año comenzará con la impartición de talleres en lugares tan disímbolos como Pittsburgh (EEUU) y Querétaro (centro de México).
El 70% de las armas involucradas en crímenes en México tiene su origen en Estados Unidos. En medio del debate sobre el tráfico de estos artefactos en la frontera entre ambos países, Reyes está convencido que así como alguna vez la esclavitud pasó de ser lo usual a algo socialmente reprobable, la posesión y uso de armas lo será pronto. El tiempo, dice, siempre cambia las cosas. “Estados Unidos necesita reescribir su Segunda Enmienda porque se redactó en un contexto histórico que ya es muy diferente. Los mexicanos sí estamos en posición de exigir a Estados Unidos que cambien sus leyes porque nos afectan, además gran parte de su población también quiere esos cambios”, critica.
Entre las manos de Reyes ahora hay una flauta de pan cuyos tubos fueron una vez partes de un rifle. Es pesada y fría pero la sostiene por la empuñadura que tiene como base, apunta y sopla. El sonido dulce del instrumento se escapa unos instantes. Imposible imaginar la resonancia de un disparo. El artista ha conseguido dar un cambio de 180 grados al sentido de este objeto.
http://cultura.elpais.com/cultura/2013/05/04/actualidad/1367678249_039434.html
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