J. L. CELADA | Barbastro, agosto de 1936. En los albores de la Guerra Civil, la localidad oscense contaba entre sus 8.000 habitantes con una nutrida representación de institutos religiosos (capuchinas, escolapios, claretianos…). Conventos, colegios o parroquias que compartían vecindad con no pocos cuarteles y hasta con un comité revolucionario de la CNT que tenía allí su sede. Sobre este fondo se desarrolla Un Dios prohibido, el relato de las últimas semanas de vida de la comunidad claretiana local, que culminará con el martirio de 51 de sus miembros (entre sacerdotes, hermanos y seminaristas).
jueves, 20 de junio de 2013
‘Un Dios prohibido’: la fe probada.
J. L. CELADA | Barbastro, agosto de 1936. En los albores de la Guerra Civil, la localidad oscense contaba entre sus 8.000 habitantes con una nutrida representación de institutos religiosos (capuchinas, escolapios, claretianos…). Conventos, colegios o parroquias que compartían vecindad con no pocos cuarteles y hasta con un comité revolucionario de la CNT que tenía allí su sede. Sobre este fondo se desarrolla Un Dios prohibido, el relato de las últimas semanas de vida de la comunidad claretiana local, que culminará con el martirio de 51 de sus miembros (entre sacerdotes, hermanos y seminaristas).
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