No es tal vez casualidad que la larga entrevista al Papa Francisco, realizada
por Antonio Spadaro y que ha dado enseguida la vuelta al mundo, haya salido la
víspera de una fecha importante en la vida de Jorge Mario Bergoglio. Como el
obispo de Roma confió a sus sacerdotes, fue precisamente en la fiesta de san
Mateo de hace sesenta años ―era el 21 de septiembre de 1953― cuando de improviso
descubrió la propia vocación. Tenía diecisiete años; se confesó y, como contó a
Sergio Rubin y a Francesca Ambrogetti, “me ocurrió algo extraño. No sé qué fue
exactamente, pero me cambió la vida”.
Está ahí la raíz del jesuita y del obispo que quiso como su lema episcopal una singular expresión latina usada por el monje Beda para describir la llamada del apóstol Mateo, cuando Jesús “tuvo misericordia con él y le eligió” (misereando atque eligendo). Expresión que expresa perfectamente el corazón del Papa, manifestado con claridad en la entrevista: la conciencia de ser amado por Dios y la exigencia de responder a esta mirada.
Así el texto se sitúa, ciertamente en dimensiones más reducidas, en un género literario elegido por los Papas de la segunda mitad del siglo XX: con una serie abierta en 1967 por los Di á logos con Pablo VI de Jean Guitton, continuada en varios modos por Juan Pablo II y llegada al 2010 con Benedicto XVI y Luz del mundo de Peter Seewald. Con un único objetivo: buscar continuamente un diálogo con las mujeres y los hombres de hoy y hacerse entender.
Como la Iglesia, aún con inevitables imperfecciones humanas, siempre ha hecho, en el esfuerzo de responder con fidelidad a la palabra de Cristo. Esto y nada más, a pesar de interpretaciones diversas, está haciendo el Papa Francisco, que busca una relación personal de caridad con quien encuentra. Vuelve así, como dijo Pablo VI concluyendo el concilio, “la antigua historia del samaritano”. Que se detuvo a socorrer al hombre herido y abandonado en el camino.
http://www.osservatoreromano.va/portal/dt?JSPTabContainer.setSelected=JSPTabContainer%2FDetail&last=false=&path=/news/editoriali/2013/direttore/216q13-Il-cuore-del-Papa.html&title=El%20coraz%C3%B3n%20del%20Papa&locale=es
Está ahí la raíz del jesuita y del obispo que quiso como su lema episcopal una singular expresión latina usada por el monje Beda para describir la llamada del apóstol Mateo, cuando Jesús “tuvo misericordia con él y le eligió” (misereando atque eligendo). Expresión que expresa perfectamente el corazón del Papa, manifestado con claridad en la entrevista: la conciencia de ser amado por Dios y la exigencia de responder a esta mirada.
Así el texto se sitúa, ciertamente en dimensiones más reducidas, en un género literario elegido por los Papas de la segunda mitad del siglo XX: con una serie abierta en 1967 por los Di á logos con Pablo VI de Jean Guitton, continuada en varios modos por Juan Pablo II y llegada al 2010 con Benedicto XVI y Luz del mundo de Peter Seewald. Con un único objetivo: buscar continuamente un diálogo con las mujeres y los hombres de hoy y hacerse entender.
Como la Iglesia, aún con inevitables imperfecciones humanas, siempre ha hecho, en el esfuerzo de responder con fidelidad a la palabra de Cristo. Esto y nada más, a pesar de interpretaciones diversas, está haciendo el Papa Francisco, que busca una relación personal de caridad con quien encuentra. Vuelve así, como dijo Pablo VI concluyendo el concilio, “la antigua historia del samaritano”. Que se detuvo a socorrer al hombre herido y abandonado en el camino.
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