El casco obrero del Papa
Cagliari, la Buenos Aires italiana, llora, emocionada, con el Papa de los pobres
Francisco: "En el centro del actual sistema económico sin ética hay un ídolo y el mundo idólatra al dinero"
"Este mundo no tiene futuro, porque la gente no tiene dignidad sin trabajo"
José Manuel Vidal, 22 de septiembre de 2013 a las 08:12
Queremos un sistema, justo. No queremos este sistema económico globalizado que nos hace tanto daño. En el centro, la mujer y el hombre, no el dinero
El pequeño avión llegaba al aeropuerto de Cagliari. Sonriente, como siempre, Francisco baja las escalerillas y saluda a la comitiva que le espera, entre los vivas de la gente que grita: Francesco, Francesco.
Recibe un ramo de flores como signo de bienvenida, entra en un coche pequeño de color azul (parece un Ford Focus) y saluda a la gente desde la ventanilla bajada y con el brazo fuera.
También han cambiado los coches de la comitiva. Ya no son grandes limusinas, sino utilitarios pequeños y medianos de todo color y condición. El ejemplo del papa se contagia. Es el efecto Francisco arrollador.
Mientras el Papa se desplaza desde el aeropuerto, las calles de Cagliari están ya repletas de gente, con banderas papales, desde primeras horas de la mañana. El primer estrado desde el que el Papa saluda a los sardos está junto al mar. Entre el público, muchos lugareños ataviados con sus coloridos trajes típicos.
Tras la "encíclica" de Lampedusa, llega la de Cerdeña. Y, de hecho, lo primero que hace es dirigirse, desde el aeropuerto, al centro de acogida de inmigrantes. No los olvida, los lleva en el corazón, comparte su suerte y denuncia su situación.
Llega Francisco a las calles de Cagliari en su papamóvil descapotable. Como siempre se para, besa a lo niños y estrecha manos y saluda sin parar. Y hasta recoge al vuelo un sobre que alguien le lanza. Banderas, entusiasmo, aplausos y camisetas para elPapa futbolero.
Un estrado realmente sobrio, que no desentona con la difícil situación económica de la isla italiana, arrasada por el paro, la recesión y la crisis.
Y arranca el primer encuentro con el mundo del trabajo. Con testimonios de obreros que llevan años en paro. Y piden ayuda para "esta isla martirizada"."La falta de trabajo produce miedo y provoca desilusión", dice un obrero. Y añade: "Una sociedad que no ofrece trabajo es injusta". Y le piden que interceda ante las autoridades. Y se emociona: "No nos dejéis sólos".
Otro testimonio de una mujer de una cooperativa social. Mientras, la gente emocionada, llora de tristeza por la falta de futuro y de alegría por la presencia del Papa de la esparanza.
Y un tercer testimonio de un joven campesino en nombre de todos los labradores y ganaderos de la isla. "Nuestro trabajo es considerado arcaico y sin futuro". "A pesar de las dificultades, miramos al futuro con esperanza y gratitud". "Queremos ser anunciadores del Evangelio en nuestros campos y le pedimos que bendiga nuestro trabajo, nuestra tierra y nuestra esperanza".
El discurso del Papa
Y tras escuchar a la gente, el Papa pronuncia su primer discurso en la isla de Cerdeña, entre las ovaciones de los presentes. Con gesto serio y concentrado.
"Esta visita comienza precisamente con vosotros, el mundo del trabajo".
"Deseo expresaros sobre todo mi cercanía, especialmente ante vuestra situación de sfirmiento de tantos jóvenes parados..."
Y el Papa deja los papeles, improvisa y se eomciona:
"Mi papá, joven se fue a Argentina, lleno de ilusión a hacer las Américas y surió la terrible crisis y lo perdió todo. Yo sentí en mi infancia hablar de esta época en mi casa, oí en mi casa hablar de este sufrimiento, que conozco bien".
"Les pido coraje. Y que esta palabra no sea una bonita palabra de paso. No sea sólo una sonrisa de un empleado cordial de la Iglesia, que viene y os dice coraje. No, esto no lo quiero".
"Ésta es la segunda ciudad que visito en Italia: las dos son islas. En la primera, vi el sufrimiento de tanta gente que busca, arriesgando la vida, dignidad, pan y salud. Son los refugiados".
"Y vi la respuesta de aquella ciudad que, siendo isla, no quiso aislarse y recibe a los refugiados, los hace suyos y da un ejemplo de acogida".
"Aquí, también encuentro sufrimiento, que os debilita y termina por robaros la esperanza. Un sufrimiento, la falta de trabajo, que lleva (excusadme si soy un poco fuerte, pero es la verdad) a sentirte sin dignidad. Donde no hay trabajo falta la dignidad".
"Y éste no es un problema sólo de Cerdeña, de Italia, de Europa. Es la consecuencia de un sistema económico que conduce a esta tragedia. Un sistema económico que coloca en el centro un ídolo, que se llama dinero. Y Dios quiso que, en el centro, en el centro del mundo, no esté un ídolo, sino el hombre y la mujer, que lleven adelante el mundo con su trabajo".
"En este sistema sin ética, en el centro hay un ídolo y el mundo se ha tornado idólatra del dinero"
"Y para defender este ídolo se ayudan al centor y caen los extremos: los ancianos...Este mundo no está hecho para ellos...eutanasia escondida...Y caen los jóvenes, que no encuentran trabajo".
"Este mundo no tiene futuro, porque la gente no tiene dignidad sin trabajo. Éste es vuestro sufrimieto"
"Es una oración: trabajo, trabajo, trabajo. Trabajo quiere decir llevar el pan a casa, amar, dignidad..."
"Y para defender este sistema idolátrico se instala la cultura del descarte: se descartan los ancianos y los jóvenes".
"Queremos un sistema, justo. No queremos este sistema económico globalizado que nos hace tanto daño. En el centro, la mujer y el hombre, no el dinero"
"Había escrito algunas cossas para vosotros, pero, al veros, me vinieron estas palabras. Le enttregaré al obispo mi discurso. Preferí deciros lo que me sale del corazón al veros en este momento".
"Es fácil decir no perdáis la esperanza. No os dejéis robar la esperanza. La esperanza es como las braas bajo las cenizas. Ayudémenos con la solidaridad, soplando, para que venga la esperanza..."
"La esperanza debemos sostenerla entre todos. La esperanza es cosa de todos".
"Pero seamos astutos. El señor nos advierte que los ídolos son más astutos que nosotros. Nos invita a tener la astucia de la serpiente y la bondad de la paloma. Llamemos a las cosas por su nombre. Luchemos para que en le centro esté no un ídolo, sino la familia humana".
"Querría terminar rezando con todos vosotros, en silencio. Diré lo que me vaya saliendo del corazón. En silencio rezar conmigo:
Señor Dios, míranos.
Mira esta ciudad y esta isla.
Mira nuestra familias.
Señor, a ti no te falto el trabajo de carpintero.Fuiste feliz.
Señor, nos falta trabajo.
Los ídolos quieren robarnos la dignidad.
El sistema injusto quiere robarnos la esperanza.
Señor, no nos dejes solos.
Ayúdanos a ayudarnos entre nosotros.
Que dejemos el egoísmo y sintamos en el corazón el nostroso del pueblo que quiere ir adelante.
Señor jesús que no nos falte el trabajo, danos trabajo y enséñanos a luchar por el trabajo.
Muchas gracias y rezar por mí.
Y la gente en la plaza llora, tras escuchar el discurso del Papa contra el sistema capitalista injusto. Un discurso improvisado, que le salió del corazñon de padre. Sin lugares comunes. Con denuncia clara y contundente. Y con anuncio de la esperanza y de la lucha común para reconquistar la esperanza.
Un discurso tan sentido que el Papa hizo alusión a la propia experiencia familiar de us familia. Un discurso que sólo puede hacer un Papa carismático como él. El discurso que le sale del alma ante los sardos en paro.
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