-José Antonio Pagola
2° Domingo de Cuaresma ciclo B
Según el evangelista, Jesús toma consigo a Pedro, Santiago y Juan, los lleva aparte a una montaña, y allí «se transfigura delante de ellos». Son los tres discípulos que, al parecer, ofrecen mayor resistencia a Jesús cuando les habla de su destino doloroso de crucifixión.
Pedro ha intentado incluso quitarle de la cabeza esas ideas absurdas. Los hermanos Santiago y Juan le andan pidiendo los primeros puestos en el reino del Mesías. Ante ellos precisamente se transfigurará Jesús. Lo necesitan más que nadie.
La escena, recreada con diversos recursos simbólicos, es grandiosa. Jesús se les presenta «revestido» de la gloria del mismo Dios. Al mismo tiempo, Elías y Moisés, que según la tradición, han sido arrebatados a la muerte y viven junto a Dios, aparecen conversando con él. Todo invita a intuir la condición divina de Jesús, crucificado por sus adversarios, pero resucitado por Dios.
Pedro reacciona con toda espontaneidad: «Señor, ¡qué bien se está aquí! Si quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías». No ha entendido nada. Por una parte, pone a Jesús en el mismo plano y al mismo nivel que a Elías y Moisés: a cada uno su tienda. Por otra parte, se sigue resistiendo a la dureza del camino de Jesús; lo quiere retener en la gloria del Tabor, lejos de la pasión y la cruz del Calvario.
Dios mismo le va a corregir de manera solemne: «Este es mi Hijo amado». No hay que confundirlo con nadie. «Escuchadle a él», incluso cuando os habla de un camino de cruz, que termina en resurrección.
Solo Jesús irradia luz. Todos los demás, profetas y maestros, teólogos y jerarcas, doctores y predicadores, tenemos el rostro apagado. No hemos de confundir a nadie con Jesús. Solo él es el Hijo amado. Su Palabra es la única que hemos de escuchar. Las demás nos han de llevar a él.
Y hemos de escucharla también hoy, cuando nos habla de «cargar la cruz» de estos tiempos. El éxito nos hace daño a los cristianos. Nos ha llevado incluso a pensar que era posible una Iglesia fiel a Jesús y a su proyecto del reino, sin conflictos, sin rechazo y sin cruz. Hoy se nos ofrecen más posibilidades de vivir como cristianos «crucificados». Nos hará bien. Nos ayudará a recuperar nuestra identidad cristiana.
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¡QUIERO VERTE, SEÑOR!
Escrito por Florentino Ulibarri
Escrito por Florentino Ulibarri
Quiero cerrar los ojos
y mirar hacia dentro
para verte, Señor.
y mirar hacia dentro
para verte, Señor.
Quiero también abrirlos
y contemplar lo creado
para verte, Señor.
y contemplar lo creado
para verte, Señor.
Quiero subir a l monte
siguiendo tus huellas y camino
para verte, Señor
siguiendo tus huellas y camino
para verte, Señor
Quiero permanecer acá
y salir de mí mismo
para verte, Señor.
y salir de mí mismo
para verte, Señor.
Quiero silencio y paz
y entrar en el misterio
para verte; Señor.
y entrar en el misterio
para verte; Señor.
Quiero oír esa voz
que hoy rasga el cielo
y me habla de ti, Señor.
que hoy rasga el cielo
y me habla de ti, Señor.
Quiero vivir este momento
con los ojos fijos en ti
para verte, Señor.
con los ojos fijos en ti
para verte, Señor.
Quiero bajar del monte
y hacer tu querer
para verte, Señor.
y hacer tu querer
para verte, Señor.
Quiero recorrer los caminos
y detenerme junto al que sufre
para verte, Señor.
y detenerme junto al que sufre
para verte, Señor.
Quiero escuchar y ver,
gozar de este instante,
y decirte quién eres para mí, Señor.
gozar de este instante,
y decirte quién eres para mí, Señor.